Pasaron 8 años ya en los que Adriana Muñoz recorre en Pocito el vecindario de Alfonso XIII entre las calles 14 y 18, conformado mayoritariamente por familias numerosas que habitan casas humildes, en las que el ingreso familiar se basa en trabajos rurales.

Con su merendero ‘Asociación del Milagro’, continúa asistiendo a un centenar de niños y personas con variadas discapacidades, más preocupada en estos momentos en que la comunidad sepa superar los tiempos de aislamiento preventivo obligatorio a que circule por ahí el virus del COVID-19.

Es por eso que dice que no dudó ni un instante en si debía continuar su labor. Junto a su esposo, sigue llegando en camioneta a esa zona en la que ya conoce a todos por su nombre. Pero ahora ya no se reúnen todos en un terreno cedido para merendar, donde asisten muchos niños, personas con discapacidad (retraso madurativo y parálisis cerebral, entre otros) y hasta adultos mayores. Ahora van casa por casa, entregando los kits con alimentos, artículos de higiene y muchas recomendaciones. “Es un tema cultural. No están acostumbrados a guardar para después”, compartió Adriana.

Contó que el Estado se ocupó en que les llegue alimentos a esas familias. “Los módulos alimentarios que me dieron para repartir han sido suficientes, espero que sepan administrarlos en cada casa. Es lo que les remarco en cada visita”, afirmó la mujer solidaria que reconoció que por otro lado busca ropa y calzado para poder ayudar: “Son muchos los niños descalzos que hemos visto”.

Aseguró que la movilizó la angustia inicial del aislamiento obligatorio que debieron cumplir los trabajadores. “Al principio no entendían por qué no podían ir a trabajar a las fincas. Hoy ya lo aceptaron en líneas generales”, indicó la mujer que dijo que siempre le gustó sumarse a tareas solidarias pero que hace 8 años, cuando recorrió esa zona comenzó a entender que las necesidades de personas de bajos recursos en zonas rurales son proporcionalmente mucho más grandes de aquellos que viven en zonas urbanas.

Adriana reconoció que trata de mantener las costumbres que fueron construyendo en este tiempo todo lo posible. Por eso para Pascuas recorrió la Alfonso XIII donde practicamente ya es un callejón llevando huevos de chocolate.  Básicamente, piensa que el hecho de no cortar el vínculo en un momento así es lo fundamental. La contención en lo emocional también la considera prioritaria.

Adriana prefirió volver a pedir colaboración de ropa y calzado. “No importa el talle. A alguien seguro le servirá”, soltó con una sonrisa, a la que agregó el número de contacto: 2645162577.