La casa donde ocurrió la tragedia. En el dormitorio de los chicos colocaron un brasero y cerraron la puerta.

 

La mamá los mandó a la cama. Eran las 23 y al otro día Julieta (10) y Sergio Mariño (8) se tenían que levantar temprano para ir a la escuela. Pero el beso de buenas noches vino acompañado de un reclamo. El frío se hacía sentir en la habitación y los chicos se lo hicieron saber a Eliana Cortéz (28).

En esa casa ubicada en calle Divisoria, 400 metros al Este de calle 22, en una zona despoblada de 25 de Mayo, las bajas temperaturas golpean más, explicaron los vecinos. La mujer avisó a su pareja, Marcelo Zalazar (padrastro de los niños), y el hombre cargó una vieja lata con brasas de algarrobo y la colocó en el piso, en medio de las dos camas. Cerraron la puerta, las ventanas y a dormir.

Fue cerca de las 3 de la madrugada cuando un presentimiento sacó de la cama a la mujer. Y efectivamente algo pasaba. Al no tener ningún tipo de ventilación, el monóxido de carbono estaba haciendo estragos en la pieza de los nenes. Cuando los fueron a ver, estaban descompuestos y casi no daban señales de vida, dijeron familiares.

 

El monóxido de carbono mató a la nena (derecha) y dejó internado al niño.

 

Sin saber muy bien qué pasaba, Zalazar arrancó su moto en medio de la noche, cargó a toda la familia y fueron a golpear la puerta de un vecino, quien ofreció su auto y los trasladó al Hospital de Caucete, pero para la nena ya era tarde. Julieta perdió la vida a manos de ese "asesino silencioso" que había inhalado mientras dormía.

Distinta fue la suerte del pequeño Sergio: llegó con vida a ese nosocomio, lo trasladaron al Hospital Rawson y anoche se encontraba internado con respirador artificial pero con una notable mejoría, indicaron sus parientes.

"Es una pena muy grande lo que pasó. La mamá y el padrastro sólo querían protegerlos del frío. Nunca se imaginaron que les podía pasar algo así", cerró entre lágrimas una tía de los nenes.