Walter Cavalli – DIARIO DE CUYO
Enviado Especial
En una ciudad con tanta gente (más de 8 millones de habitantes) y con tanto tráfico vehicular era necesario cambiar algunos modos de vida para aliviarse de los problemas. Eso es lo que hicieron en Nanjing, continuando con la idea que comenzó relativamente cerca de acá, en Shanghai. Y que tiene eco en más del 80 por ciento de las ciudades en China.
Se llama bicicleta compartida. Es más bien una bicicleta pública y el sistema nació hace ya varias décadas en Holanda. Y se expandió por el mundo, llegando inclusive a Buenos Aires, por ejemplo. Lo que llama la atención en China es que, ante una cantidad increíble de personas circulando, las bicicletas hoy forman parte de la vida cotidiana. Y en un número casi incalculable. Los estacionamientos de bicicletas están en casi todas las esquinas del centro. En cada lugar hay más de 50. La mayoría están pintadas de color amarillo. El sistema es manejado por empresas privadas. Y para acceder a una de ellas es necesario comprar un chip, que se coloca en el teléfono celular y de ahí se comanda el aparato que está puesto en cada bicicleta para anular el sistema de seguridad y de traslado.
Una hora cuesta alrededor de un yuan, que es la moneda oficial china. Seis yuanes equivalen a un dólar. Por lo tanto la hora de utilización de cada "bici" cuesta, para nosotros los argentinos, 18 pesos. Si alguien utiliza una bicicleta en determinado lugar no es necesario que la devuelva al mismo sitio. Puede dejarla en el lugar que figuraba como su destino. Es que cada una de las "bicis" está controlada por un sistema de GPS y difícilmente las puedan robar.
Hombres y, especialmente las mujeres, llenan las sendas hechas especialmente para las bicicletas. Comparten el camino de traslado con las motos, aunque éstas merecen una nota explicativa aparte. Lo cierto es que el sistema de bicicleta compartida funcionó a la perfección por estos pagos. Y, como no es un transporte caro y sí de fácil acceso, lo ocupa el común de la gente.