Tradición. Los trenes es el transporte que más se utiliza en Europa por la gente, ya sea para ir al trabajo o pasear.

Textos: Walter Cavalli
Fotos: Marcos Carrizo
DIARIO DE CUYO

Los trenes acá, en Europa, son el corazón que alimenta la movilidad de las personas. A su vez los ómnibus de larga distancia se utilizan pero de ninguna manera como en la Argentina. En eso los trenes le sacan un mundo de diferencia. Las personas van de una ciudad a otra a través de los trenes. Para todo. Para viajar con mayor comodidad. Esa es la parte buena. Por la utilidad de este transporte. Claro que tiene sus inconvenientes. Por ahí algunas personas no respetan las reglas y otras suben para hacer problema. Vale ir por partes…

Ir en tren es una comodidad incomparable. Están los trenes regionales y de menor categoría y por otro lado los expresos, que sólo se detienen en ciudades específicas. Por supuesto el boleto de los segundos es más caro, simplemente porque demoran menos tiempo. La diferencia no es abismal. Por ejemplo un boleto de Comarruga a Barcelona en los trenes regionales tiene un valor de 13 euros (ida y vuelta) mientras que un expreso cuesta 15 euros.

Mientras que los trenes regionales se detienen en cada una de las estaciones que existen entre Comarruga y Barcelona (alrededor de nueve paradas), los expresos tienen una única parada, por ejemplo en el tren en cuestión la ciudad de Vilanova. La velocidad de éstos últimos es increíble. Va de 130 a 155 kilómetros por hora. Inclusive en varios pasajes la vía va pegada al mar, algo que asusta de por sí. Además pasan por varios túneles, porque es una zona plenamente montañosa.

De gran comodidad, en ambos casos, llegan con exactitud a la hora señalada. Llegar a la estación Barcelona Sans, la principal de la capital catalana, es impresionante porque luego de atravesar por una zona industrial entran a la gigantesca estación donde miles de personas aparecen por todos lados.

Controles. Los guardias de seguridad siempre deben estar atentos para que nadie se suba al tren sin pagar.

La mayoría de los trenes son muy nuevos, con apenas un par de años de uso.

Lo malo es lo mismo que suele pasar en todos lados. Mucha gente evita pagar el boleto pese a que los pasajeros son controlados por inspectores. Sino los descubren, pasa. El problema es cuando se dan cuenta que va un pasajero sin boleto. Para eso están los guardias de seguridad que "invitan" al pasajero a abandonar el tren, esto es después de abonar una multa de 100 euros (que son 5.000 pesos argentinos). Si se niegan, los encargados de seguridad llaman a miembros de la Policía, pero éstos tienen un canon. Generalmente son dos y el infractor le debe abonar, además de la multa en cuestión, una suma de 200 euros a cada uno. Es decir, quien está en infracción y se niega a pagar la multa, termina abonando 500 euros, que son en dinero argentino 25.000 pesos. 

Dos guardias de seguridad contaron que los principales problemas los tienen con los ciudadanos marroquíes. Si los descubren, en la mayoría de los casos se niegan a pagar aduciendo que no tienen dinero. A la postre terminan haciendo lío y hasta agrediendo a los guardias, por lo que tiene que intervenir la Policía. Uno de los guardias de seguridad contó que tienen un sueldo mensual de unos 1.000 euros (el sueldo medio de un trabajador aquí en España es de 1.300 euros) y que muchas veces terminan lastimados. Por eso están en una situación de protesta permanente y próximamente harán huelga para que reconozcan su trabajo.