En estos días, en el Centro Pompidou, de París, se presenta una exposición de obras de tres artistas, máximos representantes de la vanguardia rusa: Marc Chagall, Kasimir Malévich y El Kissitzky. La muestra incluye piezas realizadas entre 1918 y 1922. Cabe recordar que Marc Chagall (Bielorrusia 1887-Francia 1985) fue un artista con estilo propio que combinó varios movimientos de vanguardia, con un sello personal claramente reconocible. Desde su pequeña aldea rusa Vitebsk llegó a París, donde alcanzó la madurez artística.

Su obra impregnada de humor muestra un mundo mágico. Sus cuadros son relato y fantasía, donde la ensoñación liberada alcanza belleza. Interpretó temas bíblicos, aspectos de París y recuerdos, con intensos y vívidos colores.
Emancipó de la realidad los diseños con cuidada composición. Desarrolló un estilo pictórico expresivo y colorido vinculado a sus experiencias vitales y a escenas populares de la comunidad judía rusa. Encastró nostalgia con ensueño para referirse al mundo campesino. Extrajo de su memoria un particular repertorio de imágenes, ese vocabulario iconográfico distintivo en toda su producción.
Transgrediendo las leyes de la física, con diversidad de tamaños, con influencia del cubismo, nos dejó su arte personal. Amalgamó vanguardia y tradición con un cromatismo brillante. Su pintura transmite el sustrato de sus vivencias personales, fundiendo realidad con fantasía en indisoluble unidad.
Con la diversidad de su poder creativo trabajó varias técnicas: aguafuertes, xilografías, mosaicos, cerámicas.

En la Sinagoga del Centro Médico Hadassah de Jerusalén, hay doce vitrales que representan las doce tribus de Israel realizadas por Chagall. Importantes trabajos suyos se encuentran en la Ópera de París, Metropolitan Ópera House de Nueva York, Catedral de Reims y de Zurich. Marc Chagall es considerado uno de los artistas más relevantes del siglo XX. La muestra se presenta en París desde el 28 de marzo hasta el 15 de julio de este año.
