Corrían los años 70, es decir han pasado 50 años, medio siglo, eran años sin internet, sin celular. Para encontrar trabajo teníamos que recurrir como siempre a los avisos de DIARIO DE CUYO, o bien, un conocido, nos decía andá allá, van abrir un negocio y van a necesitar empleadas.

Estábamos saliendo de la adolescencia, algunas éramos todavía muy jóvenes, con mucha incertidumbre sobre las verdades de la vida. Eran tiempos en que la información más noble que ostentábamos eran las de nuestros padres, no porque eran muy conocedores del tema, tan sólo habían vivido más que nosotras y para nosotras eso era bastante.

Cuando conseguí el trabajo, la primera que se enteró fue mi madre, ella me miró asombrada entre alegre y angustiada. Me preguntó: ¿te fijaste bien, quiénes son esas personas. Cuánto vas a ganar, en qué horarios, más que pregunta eran un interrogatorio, pero como siempre el diálogo terminaba en una plegaria muy cándida ¡Hija, que Dios te ayude!

El primer día de trabajo eran todas caras que nunca habíamos visto, y recordaba lo que me decía mi abuela: "¡Nena! uno ve caras y no corazones”. Hasta que me di cuenta que las otras compañeras tenían la misma vacilaciones. No recuerdo bien quién fue y tuvo una ocurrencia graciosa y nos aflojo, y eso fue como un puente entre nosotras y se formó un conjunto donde el dolor de una, era el dolor de todas. Es clave poder tener un grupo de trabajo con el que nos sintamos cómodos y exista la confianza suficiente para expresar cosas de índole personal, o cuando necesitamos una palabra de aliento más allá de lo meramente laboral. Era la primavera del "70. Habíamos conseguido pasar por todo los obstáculos que nos pusieron para poder lograr el trabajo de repositora o cajera en el supermercado "Dilbas". Conocernos a nosotras mismas, fue lo primero que hicimos, así se formó una relación que jamás hubiéramos pensado, Gracias por ser empleadas de comercio. Casi todas éramos solteras. Algunas tenían ya pensado en formar familia y ser madre una vez conseguido el trabajo. Hoy casi todas jubiladas, la vida para algunas fue más virtuosas, para otras más benévolas, pero nada y nadie cambió nuestra relación.

Ellas son María del Carmen Marino, Margarita Sanz, María Luisa Dufay, Iris del Valle Olivier, Nancy Aguilar.

Hemos celebrado el Día de la Mujer y deseo recordar a estas mujeres trabajadoras. Felicidades para todas aquellas que día a día están trabajando para poder sustentar estos tiempos difíciles, y a las jubiladas que seguimos con nuestra consigna de trabajar para conseguir nuestro noble objetivo, ser buenas amas de casa, buenas madres, abuelas y mejores personas

 
Por María Luisa Dufay   DNI 6.533.456.