Todo el año, la naturaleza nos muestra su belleza y cada nueva estación, los días cambian y tallan con paciencia sus modificaciones, las bellezas que durante un tiempo debe brindar. Estos días vivimos el otoño. En él encontramos con insuperables paisajes, tanto en la zona urbana como en el campo, dignas de una pintura o una poesía, inspiración para cualquier poeta o artista plástico. Buscar las bellezas del otoño, muchas veces no es fácil, sobre todo cuando uno vive aturdido por la rutina. Con la queja de quien limpia o la furia de la escoba, lo que más se escucha y no nos deja ver, ni siquiera los colores que la ciudad se viste o qué pájaros nos están regalando sus cantos.
Para que todo no sea sólo hojas, también el otoño ofrece sus flores. Mirar a una bignonia rozada cubrir todas sus ramas, las cuales llaman a los colibríes o picaflores, es único. La campiña o nuestro campo, el otoño despliega todo sus potencial belleza y nos hace detener para que nuestros ojos admiren su presencia y hasta nuestra inspiración se enriquece.

El hombre, muchas veces, no respeta los cambios de la naturaleza destruyendo o mutilando el ciclo de vida. Las bellezas de la naturaleza son un regalo que inocentemente nos brinda. La foto, (José Mazuelos), es de un paisaje de Calingasta. Fue premiada en el "XIII Salón Internacional de Arte Fotográfico, de la Biblioteca Pública Sarmiento, de Tres Arroyos, Provincia de Buenos Aires, el 9 de julio de 1951”. La imagen nos muestra una conjunción de elementos donde descansa el otoño para recibir al invierno. Tapiales, álamos sin hojas, manzanos sin sus manzanas, huella, un cielo que nos amenaza con lluvias, hacen a un paisaje otoñal digno de plasmarlo en un lienzo y así poder ver que el otoño es tan bello como las otras estaciones del calendario.
Por Leopoldo Mazuelos Corts Dirigente vecinal
