El paddock es uno de los punto neurálgicos del SBK, detrás de boxes, a metros de la recta principal y en el que van y vienen los pilotos y mecánicos. Es una de las zonas más caras a la hora de pagar la entrada, pero allí los fanáticos pueden ir caminando codo a codo con los competidores, pedirles una foto, ver las carreras en la tribuna de boxes y de paso, tomarse una cerveza, comer, ver shows en vivo y hasta ser parte de una fiesta con DJ. Y es que la actividad no se termina con la última carrera, sino que sigue hasta que las puertas del Villicum se cierran.
Este sector del autódromo tiene algunas particularidades, que caracterizan a una fecha mundialista de cualquier otra carrera. Desde alfombras rojas hasta aquellas que simulan césped se destacan en el playón pavimentado.
El mobiliario además siempre se ve impecable, pese a estar a la intemperie, hay plantas ornamentales y un patio de comidas que invita a probar desde una bandejita con carne al disco hasta sandwichs de vacío o bondiola.
En el centro de todo hay un escenario, en el que un animador que habla en inglés va relatando lo que sucede en pista, entrevista a los pilotos y encabeza la celebración en los podios.
En el paddock, además, los fanáticos pueden comprar desde una remera del evento hasta encariñarse con alguna de las motos que se ofrecen, para adquirirla después. El dinero, en este lugar, no parece ser un problema para muchos de los fans, favorecidos también por el cambio en el caso de los extranjeros.
De hecho, también están los sectores VIP, infranqueables para aquellos que no tienen la acreditación correspondiente. Sin dudas, un lugar ideal para los fanáticos que no se miden a la hora de vivir desde adentro una fecha del Mundial.