El papa Francisco dio esta mañana su mensaje navideño en la Basílica de San Pedro y, como suele ocurrir para estas fechas, resumió preocupaciones a escala global. Puso especial énfasis en el reclamo para que se respete el estatus de Jerusalén y pidió “diálogo sereno” en una Venezuela en crisis.

 

Francisco recordó este lunes el sufrimiento de los niños en “un mundo azotado por vientos de guerra” e hizo un llamamiento “para hacer que nuestro mundo sea más humano, más digno de los niños de hoy y de mañana”.

 

Asomado en la logia central de San Pedro, donde el 13 de marzo de 2013 se dio a conocer al mundo como el papa Francisco, invitó en este día de Navidad a reconocer en Dios “los rostros de los niños, especialmente de aquellos para los que, como Jesús, no hay sitio en la posada”.

 

Entonces repasó rincones de la tierra convulsionados, como Medio Oriente, donde los chicos “siguen sufriendo por el aumento de las tensiones entre israelíes y palestinos”.

 

“En este día de fiesta, invoquemos al Señor pidiendo la paz para Jerusalén y para toda la Tierra Santa; recemos para que entre las partes implicadas prevalezca la voluntad de reanudar el diálogo y se pueda finalmente alcanzar una solución negociada, que permita la coexistencia pacífica de dos Estados dentro de unasfronteras acordadas entre ellos y reconocidas a nivel internacional”, abogó.

 

Se trató de una alusión a la decisión de la administración de Donald Trump de reconocer a Jerusalén como capital de Israel, pese a la fuerte oposición árabe, musulmana y europea.

 

El Papa también recordó “los rostros de los niños sirios, marcados aún por la guerra que ha ensangrentado ese país en estos años” y rogó para que en “Siria pueda finalmente volver a encontrar el respeto por la dignidad de cada persona, mediante el compromiso unánime de reconstruir el tejido social con independencia de la etnia o religión a la que se pertenezca”.

 

Continuó así hablando de los niños de Irak, “que todavía sigue herido y dividido por las hostilidades que lo han golpeado en los últimos quince años”, y de los niños del Yemen, “donde existe un conflicto en gran parte olvidado, con graves consecuencias humanitarias para la población que padece el hambre y la propagación de enfermedades”.

 

“Vemos a Jesús en los niños de África, especialmente en los que sufren en Sudán del Sur, en Somalia, en Burundi, en la República Democrática del Congo, en la República Centroafricana y en Nigeria”, añadió.

 

También explicó que hay “zonas del mundo donde la paz y la seguridad se ven amenazadas por el peligro de las tensiones y de los nuevos conflictos” y entonces pidió que “se superen los antagonismos y aumente la confianza mutua por el bien de todo el mundo” en la península coreana.

 

Además, pidió “diálogo sereno” en Venezuela e instó a que se resuelva lo antes posible el conflicto en Ucrania y sus graves repercusiones humanitarias.

 

Abogó para que “la comunidad internacional no deje de trabajar para que se tutele adecuadamente la dignidad de las minorías” que viven en Birmania, donde viajó hace algunas semanas y denunció la persecución de los rohinyas.

 

Después Francisco impartió la bendición “Urbi et Orbi”(a la ciudad y al mundo) y pidió una Navidad “que renueve lo corazones y, suscite el deseo de construir un futuro más fraterno y solidario, y traiga a todos alegría y esperanza”.