La Asamblea Mundial de la Salud nunca tuvo tanta expectativa como este año, desde la creación de la Organización Mundial de la Salud (OMS), tanto por reunir mediante videoconferencia a los representantes de los 194 países miembros, entre ellos Argentina, y en plena pandemia como también por los muchos dedos acusadores sobre el origen de la crisis global y la manera de sobrellevarla siguiendo las decisiones del máximo organismo sanitario. Es que el coronavirus potenció, en el plano diplomático y político, sospechas acerca del origen del brote de la enfermedad y de cómo se propagó descontroladamente por la ausencia de protocolos que debieron anteponerse para frenarla.
Las mayores acusaciones contra la OMS por una supuesta negligencia al minimizar en un primer momento los alcances de los contagios y hasta de tener actitudes contemplativas con China, cuando debió revelar el cuestionado punto de partida de una enfermedad desconocida, tuvieron como protagonista al presidente estadounidense Donald Trump, que a la vez canceló el mayor aporte multimillonario que recibe anualmente el organismo de las Naciones Unidas.
Esta semana, en Ginebra, se actualizó la polémica, pero con una salida impensada: el líder chino Xi Jinping anunció que su país se abre a cualquier investigación si se lleva a cabo de forma imparcial y con criterios científicos. Además que una vacuna china contra el Covid-19 será un "bien público global" junto con la donación de 2.000 millones de dólares para la lucha contra el coronavirus en los próximos años.
Trump parece haber flexibilizado su posición ante a la OMS informando que ya EEUU inició conversaciones para reformar el ente multilateral a fin de no hacer permanente la suspensión temporal de fondos, en tanto la Unión Europea terciando en la polémica, puso paños fríos advirtiendo que es el momento de la solidaridad.
Finalmente la sangre no llegó al río y la Asamblea anual cerró también con una resolución inédita, firmada por los 194 países, para poner en marcha un proceso de evaluación imparcial, independiente y completo de la acción coordinada por la OMS durante la pandemia, incluyendo las decisiones del ente durante el desarrollo de la crisis sanitaria. De esta evaluación podrá surgir la verdad en torno a la responsabilidad de China en el origen y la propagación del coronavirus y si hubo cierta connivencia de la OMS con Pekín para demorar su alerta mundial.
En principio parece una victoria diplomática de EEUU y sus aliados, el Reino Unido y Australia que exigían una investigación. Pero qué pasará si se comprueba la transparencia que la OMS alega.
