Una práctica habitual en los mundiales y con la que todo el mundo especula a veces puede desaparecer aunque se pida a gritos. En Inglaterra-Colombia nunca aparecieron revendedores y miles de hinchas se quedaron afuera.
El gran dilema con el que "lucha" la FIFA en cada mundial es la reventa. Cada cuatro años se disponen diferentes medidas para evitarla, en Rusia debutó la Fan ID, y se anunciaron diversas sanciones a quien venda o compre entradas. Pero a veces la demanda es tan excesiva y la oferta nula que puede darse un escenario como el que aconteció ayer, para el partido en Moscú.
Fueron miles los hinchas de ambas selecciones que se quedaron afuera del Estadio del Spartak, que intentaron hasta último momento conseguir un ticket pagando lo que sea. Pero se dieron ciertas circunstancias para que esto fuera en vano.
Primeramente, la sede Moscú es el centro neurálgico de la Copa y la mayoría de simpatizantes hacen base aquí. Segundo, era el último partido de octavos justamente en la capital, ya que en cuartos las ciudades anfitrionas serán las "periféricas", para recién en semis volver a Moscú y San Petersburgo.
Por último, el Otrykie Arena cuenta con "apenas" 50 mil espectadores, muy por debajo del otro gran estadio de la ciudad, el Luzhnikhi donde se jugará la final.
De este modo, desde temprano, en los alrededores del Spartak se vio toda una miscelánea de culturas y nacionalidades en busca de boletos. Hasta hinchas cuyas selecciones ni siquiera clasificaron al mundial, tales los casos de personas procedentes de China o Argelia.
Fue tan evidente la desesperación por conseguir tickets que definitivamente se abandonó el cuchicheo entre negociadores. Así, se pasó a diseñar carteles pidiendo comprar entradas. Más aún, también se exhibían las pantallas de los celulares con la "solicitud" en diferentes idiomas para entenderse en el playón de los diversos accesos. Sin dudas, la tecnología, en el Mundial donde tiene su bautismo el siempre polémico VAR, es una aliada para los hinchas sin entradas.
Todo esto sucedía delante de la mirada pasiva de policías. Supuestamente en el reglamento del Fan, que la FIFA envío y obligó a aceptar a cada hincha que viajó, estaba terminantemente prohibido esta práctica, advirtiendo sobre las fuertes penas para el ofertante y el demandante.
Al menos, durante este Mundial no se vio nunca un pedido de compra de boletos sin la discreción con la que se hace generalmente. Tan así, que la palabra más pronunciada, en muchas ocasiones a gritos, en ese kilómetro cuadrado fue "tickets".
Así, fue común la confusión, no se sabían si pedían o vendían, pero esto último no sucedió nunca o al menos pasó casi desapercibido.
Los supuestos revendedores no aparecieron en ningún momento. Así se disipó la idea de que al final, cuando el inicio del partido era inminente, las entradas podían ser rebajadas.
Cuando dentro del estadio se escuchó las ovaciones por el ingreso de los equipos, las miles de personas afuera optaron por retirarse rumbo al Fan Fest o a algún bar cercano. Por una vez, la reventa no se hizo presente y los hinchas, dispuestos a pagar lo que no tenían, regresaron con los bolsillos llenos.