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Nada bueno puede pasar por la cabeza de un sujeto capaz de violar hasta embarazar a una menor, con el agregado que era la hija de su pareja, que convivía con ella. Los rasgos más perversos suelen ser parte de su perfil psicológico. Pero cada caso, cada víctima y cada chacal tiene sus particularidades.

El conmocionante hecho sucedido en una humilde vivienda del Médano de Oro, en Rawson, que tuvo como blanco a un nena de 11 años que terminó embarazada, hecho denunciado el pasado 28 de marzo, y que luego -por decisión de la Justicia- fue sometida a un aborto, tiene aristas reveladoras.

Con el procesamiento y prisión preventiva para el padrastro de 41 años, también salió a la luz el perfil piscológico que los profesionales armaron de este sujeto que durante dos años sometió a su pequeña víctima a un trato violento y de atroces abusos.

La empezó a manosear a los 9 años y la violó una y otra vez hasta los 11, sin importarle nada.

La investigación arrojó que esta persona no vive con culpas estos ataques, tampoco se arrepiente, que es inmaduro sexualmente, muy violento, vago, controlador y, algo muy común en estos depredadores sexuales, cosificador de la gente a la que busca sacarle provecho. 

Y no queda ahí, porque le dijo a quienes lo entrevistaron en la pericia que la culpable de todo era la nena.