Parece una ironía, pero la escuelita de fútbol se llama "Potrero de Rivadavia", y el nombre los describe a la perfección. Son casi las 7 de la tarde en las canchitas de calle Paula y Coll. Allí, el olor a tierra recién regada da la bienvenida a quienes llegan a ver el talento de los 85 pibes que se dividen para entrenar en distintos grupos de acuerdo a la edad.

Allí no existen las divisiones por categorías, parece que la división por grupos fuera por la altura. "A ver, los más chiquitos por acá, vos andá sumate con ellos", la indicación la da Luis Argumosa, el impulsor de esta movida que arrancó hace dos años con apenas 15 pibes y que ya cuenta con 85 pequeñas promesas de fútbol. El actual jugador de la Primera de Desamparados se crió en la humildad de la Villa Lourdes y sabe lo bien que hace el deporte, por eso ideó esa escuelita que no para de crecer, pero en donde todo se hace a pulmón.

"La idea era alejar a los chicos de la calle, estaban surgiendo algunos problemas en la zona y el objetivo era ayudarlos haciendo un deporte. En la Villa hay gente muy humilde que quizás no les alcanza para mandar a los chicos a un club, por eso tomé la iniciativa y por suerte va funcionando por lo menos los chicos están cada vez más entusiasmados", cuenta "Lucho" quien agrega que los 85 jugadores de 3 a 15 años que hoy tiene son oriundos además de la Villa Lourdes, del Barrio Aramburu, Villa Saffe y zonas aledañas. 

El "Potrero" comenzó funcionando en el Polideportivo del Barrio Aramburu pero después por algunas desinteligencias con las autoridades de ese predio, emigraron a las canchitas de calle Paula. Allí todo se hace a pulmón. "El comienzo fue a costillas de todos los padres que con lo poco o mucho que tenían, aportaban. Ahora por suerte tenemos ayuda con materiales de entrenamiento del municipio y de la Secretaria de Deportes", agrega el entrenador que apenas les cobra una cuota de 70 pesos por mes que sirve para para pagar la luz del predio donde entrenamos o sino para los viajes que semanalmente hacen cuando juegan el Torneo "San Juan Cup". Ese certamen es la única competencia que tienen pero no les desagrada. Lo juegan 18 equipos y no les va nada mal. Si bien hacen de local en ese predio, a veces, los rivales les piden una cancha en mejores condiciones, entonces Argumosa y los padres tienen que alquilar otra cancha para brindarle mayores comodidades a sus rivales. 

Los padres juegan un papel importante en la escuelita, ya sea realizando bingos, rifas y todo lo que sirva para recaudar fondos para pagar los torneos o la indumentaria de los pequeños, hasta acomodandose a los horarios del entrenador de acuerdo a sus entrenamientos con el plantel del Federal A que dirige Raúl Antuña. "Por suerte saben entender mi situación, mi prioridad es Sportivo pero ellos también lo son, sino no lo haría. Mira que esto no es para volverse millonario sino me dedicaría a esto, yo lo hago porque a los chicos les hace bien, son chicos que viven donde me crié yo, por eso me identifico mucho en ellos", expresa el profe a quien por su personalidad le sobra carisma. Quizás, ese es el gancho para que los chicos sigan yendo.

Es que Argumosa tiene toda la paciencia del mundo para explicarle una y mil veces cómo esquivar conitos, por ejemplo, a chiquitos de 3 años que le prestan toda la atención posible. Y ese es el mejor premio para el entrenador, enseñarles lo que aprendió a cambio de una sonrisa.

Las nenas también

Tanto es el entusiasmo que hay en el "Potrero de Rivadavia" que los pequeños acuden acompañados por sus papás y también sus hermanitas, es por eso que Julieta Lobos, novia de Argumosa y también jugadora de Desamparados, comenzará a brindarle clases a las chicas. Si bien hasta el momento la escuelita femenina no comienza, ya cuenta con cerca de 15 pequeñas interesadas en sumarse.