El lanzamiento formal a nivel nacional en la última campaña presidencial fue el sábado 9 de mayo del 2015, en Moreno, en el corazón del Conurbano bonaerense, aunque la metodología ya se había usado en campañas anteriores.

 

Tres años después, el Gobierno empieza a despedirse de los timbreos, un emblema de las campañas macristas con el sello de Jaime Durán Barba. En medio del resquebrajamiento de la economía, la crisis financiera y social, el desorden interno y los sucesivos tropiezos políticos y comunicacionales, y frente a un 2019 que ahora asoma incierto, la Casa Rosada busca reemplazo para el formato que fue la vedette de la campaña legislativa del año pasado.

 

Así lo confirmaron a este medio fuentes partidarias, que explicaron que el tema se analizó en las últimas semanas durante una reunión del PRO encabezada por el jefe de Gabinete, Marcos Peña, el responsable de la comunicación presidencial y partidaria.

 

El macrismo suspendió el timbreo del pasado sábado por el partido de octavos del mundial de Rusia que Argentina perdió con Francia. No hay, por el momento, ninguna otra actividad similar prevista para estas semanas. En buena medida, por el malhumor social.

 

Internamente, la Casa Rosada reconoce ahora que los timbreos perdieron espontaneidad desde hace rato. "Dejó de ser una actividad para escuchar a los vecinos, los dirigentes están más preocupados por salir en los diarios", se sinceraron fuentes partidarias.

 

A fines del 2016, se publicó el instructivo que el PRO entregaba a sus dirigentes con consignas sobre qué hacer y qué decir en los timbreos con un apartado relacionado a las "buenas prácticas de fotografía en timbreos". Uno de los consejos apuntaba a sacarse la foto mientras el candidato, funcionario o militante abrazaba al vecino.

 

"Se transformó en un catálogo de camperas Uniqlo", abundó un dirigente del entorno de Peña en alusión a la ropa de marca japonesa que es furor entre los dirigentes macristas.

 

El Gobierno, de todos modos, aún no resolvió cómo reemplazar los timbreos. Está bajo análisis. Es una de las tareas que le encomendaron a Durán Barba, que en la noche del lunes debió ser internado por una complicación cardíaca que derivó en la colocación de un marcapasos. Y que le impidió, por lo pronto, hacerse presente en el debate que tenía agendado para esta tarde con Miguel Ángel Pichetto, del que en la Jefatura de Gabinete se enteraron por el anuncio del senador del PJ. Es paradójico, pero entre el asesor ecuatoriano y la mesa de estrategia de marketing del Gobierno hay constantes problemas de comunicación.

 

El viernes pasado, el consultor dirigió en el subsuelo de la sede del PRO de la calle Balcarce la primera clase del programa de capacitación que dará hasta diciembre a candidatos municipales.

 

La despedida de los timbreos -una de las posibilidades bajo análisis es apuntar a acciones segmentadas- se da en medio de una serie de revisiones del esquema de decisiones de Cambiemos motivada por los traspiés políticos y económicos de Macri.

 

Hasta ahora, además funcionaba como una forma de contener a la tropa y de visibilizar candidatos, en especial en el Conurbano bonaerense, que tienen la posibilidad de recibir a funcionarios nacionales de primera línea.

 

La acción se desgastó. Perdió impacto. Se desvirtuó. Sumado al malhumor social. En los últimos tiempos, los destinos para timbrear de Macri y de Vidal eran una incógnita hasta último momento. Para evitar filtraciones y, por lo tanto, eventuales escraches.

 

Uno de los motivos por los que el Presidente y la gobernadora, por caso, debieron cambiar de planes de un tiempo a esta parte. Macri, por ejemplo, no fue al acto del Día de la Bandera en Rosario, Santa Fe, por cuestiones de seguridad. Vidal hace rato que casi no va a su oficina del piso 19 de la sede del Banco Provincia, en el centro porteño. Ahora hace base en la Casa de la Provincia, sobre la avenida Callao.