Hace 20 años, con 25 de edad y el primer hijo por nacer, Javier Bustamante debió tomar una decisión cumbre en su vida, dejar el patinaje artístico para dedicarse a trabajar porque debía consolidar esa familia que fruto del amor proyecto con Analía Páez, con quien se había casado tres años antes.

Una parte de su corazón se llenaba de esperanza por el retoño que llegaría. Pero otra comenzaba a latir en stand by, porque las botas quedaban guardadas en un rincón del placard. Fue el primer alumno varón que tuvo la, por entonces, Escuela de Patinaje Artístico Fantasías, que fundada por Ramón Córdoba iniciaba sus actividades en el playón del Colegio Don Bosco.

Corría el primer lustro de los años ’80 y en una sociedad tan pacata como la sanjuanina, que un varón practicara patinaje o gimnasia artística era mirado de reojo. Javier, alumno de la ENET Nro. 4, rompió con esos prejuicios. Las burlas de sus compañeros de colegio trastocaban en furiosos aplausos llenos de admiración cuando acudían, invitados por él, a los festivales donde se presentaba.

Padre de cuatro hijos, Matías (20), Federico (18), Alexis (17) y Sebastián (15), todos hockistas, todos jugadores del Atlético Social San Juan -el mayor hace dos años que juega en Colombia- a los que alentó y motiva para que sigan abrazados a la pasión por su deporte favorito; Bustamante sintió que le faltaba algo. Tenía asistencia perfecta a los festivales de fin de año del, ahora, ‘Fantasías Club’y miraba con admiración y ojo crítico cada una de las exposiciones. Empujado por el ‘Profe’ Córdoba, aceptó participar en diciembre pasado de la gala anual y allí se dio cuenta que su corazón volvió a latir con fuerza inusitada.

Los nervios del retorno, el sudor en sus manos, la alegría que lo invadió cuando sintió que el estadio se venía abajo aplaudiendo la rutina que ensayó con su joven acompañante, actuaron como disparador para que decidiera retomar la práctica. ‘Me sentí pleno y me di cuenta que, con los niños ya encaminados en su deporte, tenía que hacer algo por mí’, expresó, quien el pasado domingo compitió en el Torneo Interprovincial con el que su club festejó los 35 años de vida social y artístico deportiva.

En 1988 tuvo el orgullo de ser campeón argentino de parejas con Luciana Carrizo. El pasado fin de semana con su pareja de ahora, Malena Icazatti (18), inició el camino para presentar una rutina distinta en la gala de fin de año.
"Panadero de oficio, Javier se levanta todos los días a las 4 de la mañana, trabaja a destajo cada jornada y por la tarde-noche cierra la cuadra, saca los patines y va al predio del club a dar rienda suelta a la actividad que lo llena de energía positiva.

"Le estoy dando una mano a Ramón, en la enseñanza’, dice humildemente este hombre que en ocho meses bajó 15 kilogramos y que se ha propuesto ponerse físicamente al 100 por ciento para trasladar su felicidad sobre ruedas a la presentación en la exhibición final del 2017.