La flamante compañera de fórmula del virtual candidato opositor Joe Biden, Kamala Harris, es conocida por su pasado como fiscal general de California y su férrea oposición a iniciativas claves del Gobierno de Donald Trump, pero menos se sabe sobre sus posiciones en política exterior, un tema que suele ser central en la gestión de los vicepresidentes de Estados Unidos. Durante la campaña en las primarias presidenciales demócratas, Harris -como el resto de los precandidatos- expusieron sus propuestas de política exterior en entrevistas con el Consejo de Relaciones Exteriores, uno de los centros de pensamiento más influyentes en el tema en Washington. Sobre América Latina, le preguntaron por el actual enfrentamiento con el Gobierno venezolano de Nicolás Maduro y la posibilidad de sacarlo del poder: "Debemos remover la (opción) de una intervención militar estadounidense de la mesa". La senadora Harris calificó a Maduro como "un dictador represor y corrupto, responsable de una inmensurable crisis humanitaria", pero rechazó la dicotomía entre "indiferencia e invasión" planteada por el Gobierno de Donald Trump. En cambio, propuso extender el Estatus de Protección Temporal para todos los migrantes venezolanos, "proveer más ayuda a organizaciones humanitarias internacionales para que utilicen con los venezolanos y los refugiados" y "apoyar a los esfuerzos diplomáticos multilaterales para alcanzar una transición pacífica a nuevas elecciones legítimas". La propuesta de mayor multilateralismo y diplomacia es una constante en el discurso de Harris, en contraposición al unilateralismo que dominó durante estos tres años y medio del Gobierno de Trump. La senadora propuso volver al acuerdo nuclear con Irán -si la República Islámica promete aceptar nuevamente la fiscalización internacional-, al llamado Acuerdo de París para frenar el calentamiento global y reconstruir las alianzas forjadas desde la posguerra y debilitadas o en algunos casos rotas por el actual Gobierno.
De madre india y padre jamaiquino, Harris es actual senadora
Pese a suponer una continuidad en la mayoría de los temas de política exterior con el Gobierno de Barack Obama -en el que Biden fue vicepresidente y un referente declarado en la materia- Harris sí marcó una diferencia con el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP). "Me opondré a cualquier acuerdo comercial que no defienda los intereses de los trabajadores estadounidenses y eleve los estándares ambientales, y desafortunadamente el TPP no pasó esa prueba", aseguró Harris, en referencia a la iniciativa económica emblema de Obama para garantizar el protagonismo de Estados Unidos en el patio trasero de China. Sobre esta potencia asiática, a la que Trump eligió como rival a lo largo de su Presidencia y especialmente en este último tramo en medio de la crisis económica provocada por la pandemia, Harris propuso "cooperar en los temas globales como medio ambiente, pero sin permitir que los abusos a los derechos humanos avancen descontrolados". Durante las primarias presidenciales, la senadora, que venía creciendo en el Congreso como una de las voces más duras contra Trump, sus iniciativas y sus nominados a ocupar cargos clave en el Estado, se convirtió definitivamente en una figura nacional. Su discurso siempre se concentró en temas de política interna, con una única excepción: su apoyo a una "alianza inquebrantable con Israel". En tanto el candidato presidencial demócrata Joe Biden supera en encuestas al presidente Donald Trump, ampliando la brecha a once puntos porcentuales, muy por encima de los ocho puntos de ventaja que tenía a fines de junio.