Es muy conocida la historia del General José de San Martín respecto de su desempeño militar y su gran hazaña libertadora de tres naciones americanas, Argentina, Chile y Perú, ante las fuerzas realistas que pretendía la continuidad del modelo colonial imperante en esa época. Desde su llegada al país en 1812 el por entonces teniente coronel traía de Europa los ideales de libertad por los que luchó toda su vida, sin escatimar la cuota de sacrificio personal al tener que radicarse en distintos destinos, entre ellos Cuyo, con incomodidades y carencias que no incidieron en su firme propósito de lograr la emancipación e independencia de nuestro país.
Entre 1813 y 1818, San Martín intervino en hechos cruciales en la lucha independentista venciendo a las tropas españolas en la batalla de San Lorenzo, reorganizando el Ejército del Norte, ocupando el cargo de gobernador intendente de Cuyo y creando el Ejército de los Andes, al mando del cual cruzó la Cordillera en la campaña bélica más importante de nuestra historia.
El sacrificio que tuvo que hacer el Gran General, de quien hoy se recuerda el 173º aniversario de su fallecimiento, ocurrido el 17 de agosto de 1850, por ver libre a su patria se tradujo en las más diversas situaciones que comprendieron su vida militar y también familiar. Las peripecias para luchar en dos escenarios diferentes como en San Lorenzo con los Granaderos a caballo y en Tucumán, con el Ejército del Norte se complementaron con problemas de salud y el alejamiento de su esposa, Remedios de Escalada, con quien se había casado recientemente. El traslado a Mendoza en 1814, cuando fue nombrado gobernador intendente de cuyo, más allá de acercarlo a su objetivo de crear el Ejército Libertador lo enfrentó a una dura crisis familiar por la salud de su esposa y el nacimiento de su hija Mercedes Tomasa. Comenzaba 1817, cuando el propio San Martín dispuso que su esposa e hija viajaran a Buenos Aires, donde luego Remedios moriría, quedando su hija a cargo de su madre. En este sentido hay que reconocer los renunciamientos que tuvo que hacer el General para llevar adelante su más grande epopeya, la de cruzar los Andes con un ejército que logró formar con su esfuerzo personal y el apoyo de muchos conciudadanos identificados con la gesta libertadora.
Nada le resultó fácil a San Martín en la tarea de luchar por su patria, y así fue como una vez cumplida su misión y, a pesar de haber deseado quedarse en Mendoza a pasar sus últimos días en una quinta de esa provincia, emprendió el regreso a Europa con su hija Merceditas convencido de que debía estar con ella.
Otro ejemplo de abnegación que nos deja el Padre de la Patria, demostrándonos que las grandes obras vinculadas al engrandecimiento de la Nación se consiguen con sacrificio y, muchas veces, postergando apetencias personales y el bienestar propio que muchos no están dispuestos a dejar de lado.
