De aquella carrera entre vallistos por un asado, el Safari tras las Sierras tuvo una evolución tan importante que en pocos años pasó a ser la competencia de automovilismo más popular de la provincia. La prueba, que permite a cualquier aficionado ser parte de un evento masivo, este fin de semana regresará con toda su mística a Valle Fértil y habrá un condimento especial: cumple 30 ediciones y vuelve tras la suspensión por pandemia.

La carrera nació de un grupo de vecinos fierreros del Valle, que ya corrían gincanas y que un día decidieron unir Quimilo, Los Bretes y La Majadita por las sierras en sus vehículos del día a día, como camionetas y Estancieras. Compitieron por un asado que se comieron en el camping municipal y ahí, pioneros como Armando Fernández, Manolo Riofrío, Lorenzo Páez, Narciso Orelo o Héctor Cortez, decidieron extender la idea y crear una prueba tipo safari.

Así gestaron primero el Club de Automovilismo Deportivo Valle Fértil (Cadeva), que con los años le dio paso luego a Apiva, la Asociación de Pilotos Vallistos. Además de los corredores locales que se pusieron al hombro la organización, en la primera edición también estuvieron Ramón Aguado, Ubaldo Hidalgo, Alfredo Ávila, Juan Carlos Carrizo, el médico Juan Carrizo, Hugo Ferreira, Pablo Molina, Rocier Garay, Omar Cuenca, Mario Barros, Quique González, Duilio Elizondo, entre otros. En la toma de tiempos, los docentes vallistos dieron su aporte, con relojes convencionales ya que no había cronómetros disponibles. No faltó el apoyo de comerciantes, con la mirada puesta en fomentar el turismo en el departamento.

 

 

Bastó aquella primera edición, a medidos de febrero de 1992, para que la carrera rápidamente ganara fanáticos. Inicialmente, el Safari tras las Sierras contaba con Jeep 4 y 6 cilindros y vehículos todo terreno; además de motos de hasta 1.000 cc y había una neutralización en Los Bretes. Pero llegó un momento en que la cantidad de máquinas obligó a separar las pruebas, destinando un fin de semana a las motos y otro a los autos, recordó Marcos Carrizo, quien presidió Apiva durante parte de los ’90.

A fines de esa década, el Safari contaba con la participación de decenas de pilotos de otras provincias y varios que competían a nivel nacional, además de los sanjuaninos. Y Valle Fértil, en tanto, había asimilado febrero como el mes de mayor actividad turística. El fenómeno, iniciado el nuevo siglo, ya era un clásico.

 

 

Por su parte, con el tiempo los Jeeps y las Estancieras le dieron paso a vehículos con otra tecnología, coches importados de tracción integral e incluso ahora se espera la participación de algunos Maxi Rally, las unidades que dominan el escenario del Rally Argentino; a la vez que también cambió su recorrido tradicional, en la que históricamente predominaron las pasadas el río.

Este fin de semana será momento de reencuentro con el Safari tras las Sierras, que pese a sus cambios, sigue más vigente que nunca.

Fanáticos. El noble Renault 12, que durante la década de los 80 daba pelea en el rally, se mostraba con vigencia en el Valle durante 1992.
Pioneros. El asado de los creadores del Safari, que le dio paso al fenómeno fierrero de Valle Fértil.
Campeones. El Safari siempre tuvo un gran nivel. Lino Sisterna, campeón argentino de rally, avanza con su R18.
En una rueda. El vallisto Marcos Carrizo, en aceleración. Antes se corría por la Z, en las sierras, y no era para improvisados.
Asistencia. La vieja ambulancia del Valle cruza una pasada hacia una asistencia durante las primeras ediciones.
El mismo fin de semana. Durante las primeras ediciones, el Safari era para autos y motos. Luego lo dividieron.
En Los Bretes. En esa ramada se realizaba la neutralización del Safari y les daban algo de comer a los pilotos.