Fabuloso. El Teatro Negro de Praga conquistó a los sanjuaninos que asistieron ayer a la primera función.

 

Con la sala a oscuras, desde el escenario van apareciendo algunas luces, bien direccionadas, que sólo permiten ver lo que ellos quieren que veas. Así surge la magia, la espectacularidad del Teatro Negro de Praga de Jiri Srnec.

Un elenco de siete artistas (bailarines, actores y mimos) da vida a esta Antología, que reúne ocho de los cuadros más emblemáticos de la compañía checa. Una dulce lavandera, a la que se le escapa la ropa; un genial duelo entre dos hombres y sus valijas; la psicodélica danza de las farolas; la onírica aparición de una sirena o la simpleza de un caballo creado a partir de una sábana y cuatro vasos, dan la pauta de lo enorme de la puesta que llegó a San Juan y que aún tiene cuatro funciones por delante (hoy, mañana, el sábado y el domingo, a las 17)

 

Magia. Esa es la sensación que da la puesta, de que todo se mueve como por arte de magia.

 

Con aires del cine mudo -no sólo porque no hay parlamento, sino también por la estética visual- se pudo disfrutar de un gran trabajo corporal, una puesta lumínica bien hecha, junto al brillante acompañamiento de la composición musical y de los sonidos que completaron cada cuadro.

La platea -integrada por muchos niños de distintas edades- respondió a cada uno de los paisajes que pintaron desde el escenario, riendo y dejándose sorprender. Los más chiquitos, sobre todo conectaron inmediatamente con los mimos, que hicieron delirar a los peques.

 

 

La técnica y la narración es fabulosa, aunque en algunos pasajes la historia se vuelva más para adultos, los niños pueden pasarla por alto y seguir disfrutando del brillo, la luz y los sonidos.

En el saludo final, llega la sorpresa, y el público puede aplaudir tanto a los actores "iluminados" como a aquellos que ejecutaron el truco que inventó Srnec en 1961, que aún en la era digital sigue tan vigente y efectivo como al principio.

 

(Fotos: Marcos Urisa)