Un cambio de estufa a último momento, la tranquilidad de cambiar un equipo viejo por un nuevo modelo, y en un instante la posibilidad de morir sin darse cuenta. Esas fueron las últimas horas de María Fernanda Callejón, quien fue internada en terapia intensiva junto a su marido Ricardo Diotto y a su hija Giovanna de tres años, por inhalar monóxido de carbono.
"Después que se fue el gasista matriculado que nos instaló la estufa me empecé a sentir molesta, tenía náuseas, palpitaciones en la carótida y dolor de cabeza. Ricky tampoco se sentía bien y la nena me pedía vomitar". comentó Callejón entre lágrimas a sus compañeros de Polémica en el bar.
Creyendo que era una comida que les había caído mal, María Fernanda y su familia se acostó a dormir. "Por suerte yo en mi cuarto cierro la puerta y abro la rendija del baño. Si no lo hubiera hecho habría entrado el monóxido. Me levanté a la madrugada con sed, y ahí volví a tener palpitaciones. Me levanto con un codazo en la boca de la nena, que quería agua. Mi marido no estaba, se había levantado una hora antes, y estaba al lado del tiro balanceado tomando unos mates".
A la mañana, el panorama cambió drásticamente. "Gio había vomitado y Ricky me dice que también se sentía mal -siguió Callejón visiblemente conmocionada-. No sé cómo hice para llamar a los médicos, ni a la pediatra de Giovanna, no sé cómo llegamos al Sanatorio de la Trinidad. Es más, no podíamos salir del lugar, teníamos un estado de confusión. Recién pude reaccionar cuando Gio sufrió un pequeño desmayo. Ricky no sabe cómo manejó y llegó al sanatorio. Yo tampoco. Lo único que me acuerdo es que agarré una toalla blanca y con eso pudimos pasar por el peaje, porque había muchos autos. Recién me dí cuenta de qué había pasado cuando me dicen que tengo monóxido de carbono en sangre", comentó María Fernanda.
"Ella fue nuestra gran salvadora. Dicen que los chicos reaccionan inmediatamente a los síntomas. Los vómitos de la gorda fueron para mí una bendición", agregó la actriz desconsolada. A lo que Adrián Cormillot, también panelista del programa remarcó: "Tuvieron una suerte bárbara, porque el síntoma gastrointestinal es de rara aparición. Lo más usual es que todos se hubieran ido a dormir y no hubieran despertado nunca más".