El equipo liderado Fernando Polack, director de la Fundación Infant, presentó esta semana los resultados del estudio que demuestra que la administración temprana de plasma de convaleciente en adultos mayores, infectados leves con coronavirus, disminuye un 61% la posibilidad de que desarrollen esta enfermedad de forma grave y hace que se torne en "un mal catarro", dijo el infectólogo. Y advirtió que esto ocurre "siempre que se lo administre dentro de las primeras 72 horas de la aparición de síntomas".
El diseño de este estudio fue aleatorio, doble ciego y controlado con placebo. Esto significa que la mitad de los pacientes recibió al azar plasma de alto título de anticuerpos y la otra mitad, placebo (solución fisiológica), sin que médicos ni participantes supieran qué sustancia se administró a cada individuo.
Una vez que todos los pacientes reclutados recibieron plasma o placebo se comparó la evolución de la enfermedad en ambos grupos. De los pacientes efectivamente tratados con plasma sólo 9 necesitaron oxígeno contra 23 que recibieron tratamiento con placebo. Y se estima que una de cada 6 personas tratadas con plasma que hubiera tenido enfermedad severa de no haberlo recibido, no llegó a desarrollarla.
"Esto cambia el foco de a quiénes administrarles plasma. Es una intervención para esa población que estará disponible mucho antes de la llegada de una vacuna para Covid-19 en el país", aseguró Polack, y destacó que a diferencia de otros estudios realizados con plasma, cuando al paciente ya cursa la enfermedad grave, la utilización tan temprana interrumpe el curso normal de la infección y es capaz de detener la evolución de la Covid-19 a un estado grave, en la que luego será necesaria una internación en terapia intensiva y con demanda de un respirador.
La investigación permitió demostrar que, al analizar la letalidad a los 28 días del ingreso, el uso de plasma de convaleciente se asoció de forma significativa a una reducción de la mortalidad del 24,4%.
Según detalló Polack, el plasma se utilizó en una sola dosis y logró funcionar en los pacientes con comorbilidades, ya que un alto porcentaje de los enfermos que lo probaron tenían enfermedades preexistentes: un 75% era hipertensos, un 30% eran diabéticos y un 25% tenía enfermedades cardiovasculares.
Los resultados de la investigación fueron aún mejores entre los enfermos mayores de 75 años, donde se alcanzó cerca del 70% de efectividad.
"El plasma es sólo un vehículo que lleva anticuerpos", precisó el infectólogo e indicó que -según el estudio- "el 28% de las personas tiene la cantidad de anticuerpos necesarios para donar plasma para este tratamiento. Restringiendo los donantes a los de mayores concentraciones de anticuerpos, es posible mejorar el rendimiento del plasma aún más", indicó Polack.
En Buenos Aires suman más de 6.600 transfundidos por medio de más de 2.690 donantes de plasma.
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