El paso del tiempo suele mostrar cambios en todos los órdenes de la vida. En ese contexto, se pueden comparar, a modo de ejemplo urbano, con fotos en mano, cómo era la plaza Aberastain en el verano de 1950 justo a las 13 horas y en la actualidad. Es que hace 67 años, a sólo seis del terremoto de 1944, este paseo público lucía de otra forma. Se trataba de toda una obra de arte. Allí no existía y no se pensaba en el cemento. El común denominador era que los verdes de sus arbustos ornamentales con caprichosas y bellas formas, estaban siempre orientadas a la estatua de Antonino Aberastain. En la actualidad, esta estatua está celosamente enrejada, cuidada, (y con razón), por razones de seguridad. Esta imagen de antaño nos transporta a un oasis en medio de un San Juan que surgía, paso a paso, que marcó el antes y después. Las plazas, el Parque de Mayo, las calles con bulevares llenos de palmeras y árboles, muchos de flores, hacían a la tranquilidad del sanjuanino que siempre se sintió protegido, porque eran bien cuidados y sirvieron de refugio en los momentos difíciles.
San Juan cambió el concepto de lo que es una plaza o paseo público. El concepto de paisajismo verde, se trasformó en paisajes de cemento, con pistas para incluir distintos tipos de actividades, en los cuales se desarrollan variadas acciones pensando en la cultura, la salud, las artes, lo religioso, y por ahí, en encuentros políticos. Muy atendibles y loables, y muchas veces necesarios, ya que la población no dejó de crecer y estas plazas se adecuaron y sometieron a las nuevas exigencias; muchas veces perdiendo sus bellezas. Sus nuevas formas y conceptos crecieron con la modernidad y lo nuevo, que San Juan debía enfrentar.
Quienes vivieron en esos años han de recordar con nostalgias los cambios, muchas veces no tan bien cuidados y otras tantas abandonadas. Las nuevas generaciones han de encontrar un poco su identidad en las nuevas plazas que San Juan forjó y adecuó mientras pasaban los años. Mi padre, José Mazuelos, la encontró hermosa y la fotografió, la transitó en cientos de tomas y momentos, mostrándola luego de casi setenta años después, aunque nos cueste pensarla. La estatua de Aberastain, los pinos y palmeras como así los bancos verdes de madera, hasta son los mismos.
