En una reñida definición, el ex presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, se impone en la primera vuelta de las elecciones presidenciales por escaso margen al actual jefe de Estado, Jair Bolsonaro y habrá ballotage el próximo 30 de octubre.
Los resultados sorprendiero ya que prácticamente todas las encuestas daban cuenta de una diferencia mucho más holgada en favor del líder del Partido de los Trabajadores (PT). Varias encuestadoras, incluso, arrojaban una contundente victoria en primera vuelta.
Con el 94,05% de los votos escrutados, Lula obtuvo el 47,54% de los votos, y Bolsonaro el 43,96%.
Como se esperaba, el resto de los candidatos se ubican muy lejos de los principales aspirantes. Simone Tebet, del Movimiento Democrático Brasileño, y Ciro Gomes, del Partido Democrático Laborista, apenas superan el 4 y 3%, respectivamente. Los otros siete, en tanto, no logran pasar el 1%.
“Bolsonaro empieza en la delantera. Yo aposté: Datafolha va a equivocarse (de nuevo)”, escribió en su cuenta de Twitter Eduardo Bolsonaro, diputado federal e hijo del presidente, refiriéndose a la encuestadora más prestigiosa de Brasil.
En el inicio del conteo de votos, Bolsonaro empezó con más de siete puntos de ventaja, que se fue reduciendo a medida que avanzaba el escrutinio. En el bunker del PT, en un hotel de Sao Paulo donde Lula acompañaba el avance del escrutinio, algunos aliados se mostraban nerviosos por el avance del conteo.
Según las autoridades, la jornada se desarrolló con tranquilidad y sin incidentes mayores. La información cobra dimensión si se tiene en cuenta que las elecciones de 2022 son las más polarizadas desde que Brasil recuperó la democracia en 1985. La campaña, de hecho, se ha caracterizado por un clima de crispación entre el ex mandatario Luiz Inácio Lula da Silva, el gran favorito en las encuestas de intención de voto, y el actual presidente, Jair Bolsonaro, quien busca la reelección.
La polarización entre los principales candidatos se extendió a sus seguidores, con algunos casos de ataques y muertes motivadas por discusiones políticas en los últimos días.
En esta jornada, que se inició a las 08.00 hora local (11.00 GMT) y terminó a las 17.00 (20.00 GMT), estaban convocados unos 156,4 millones de votantes para elegir al presidente, a los 27 gobernadores, a los 513 diputados, a un tercio del Senado y renovar a los representantes en las asambleas legislativas regionales.
Una vez que cerraron los colegios electorales en todo el país -a las 17 locales (20 GMT), el TSE comenzó a difundir los primeros boletines con resultados oficiales.
La última encuesta del Instituto Datafolha atribuyó 36% de las intenciones de votos válidos a Bolsonaro frente a 50% para el ex presidente Lula (2003-2010), porcentaje mínimo para evitar un segundo turno el 30 de octubre.
“Unas elecciones limpias deben ser respetadas”, dijo el presidente brasileño en la jornada de este domingo tras votar en Rio de Janeiro, y deseó que “venza el mejor”. El ex capitán del ejército, no obstante, no respondió al ser consultado si iba a aceptar los resultados, que aguarda en la residencia presidencial de la Alvorada, en Brasilia.
Lula votó por su parte en Sao Bernardo do Campo, región de Sao Paulo donde se forjó como líder sindical en los años setenta, y dijo desear que Brasil “vuelva a la normalidad”. “Este país precisa recuperar el derecho de ser feliz”. “No queremos más odio”, agregó en alusión a la polarización de la sociedad que se ha acentuado bajo el gobierno Bolsonaro.
Bolsonaro, de 67 años, gobernó el mayor país de América Latina a golpe de crisis, especialmente con una fustigada gestión de la pandemia que dejó 686.000 muertos y un desafío constante a las instituciones democráticas. Mantiene un sólido apoyo entre el electorado evangélico, el agronegocio y los sectores más conservadores.
Lula, que presidió Brasil durante un periodo de fuerte crecimiento y dejó el poder con un envidiable índice de popularidad, vuelve al ruedo político con 76 años y sin poder sacudirse la mancha de la corrupción, aunque sus condenas en el escándalo “Lava Jato” fueron anuladas por motivos procesales.
Excarcelado en 2019 tras pasar 19 meses en prisión, cuenta con el respaldo de las clases populares, las mujeres y jóvenes y trata de seducir al mercado y sectores moderados. Su candidato a vicepresidente es el tecnócrata Geraldo Alckmin.