Señor director:
Ha concluido un hastiante año electoral. Por ambición de poder, asociada al enriquecimiento corrupto, la sociedad se ve sometida reiteradamente a una inocua e irracional actividad política, para satisfacer egos de políticos, para quienes la moral sólo es una cuestión declamativa y no de actitud en sus conductas. Estos valientes ejerciendo el poder, muestran luego su cobardía refugiándose en fueros parlamentarios para eludir la acción de la Justicia. Sufren las consecuencias varias generaciones de mortales, y cada dos años, los ciudadanos deben soportar las muchas veces aberrantes diatribas de quienes con rostro pétreo, hablan como si ellos fueran ajenos al estado de degradación en todo sentido, incluido el moral.
Con la infinidad de problemas para resolver, año por medio nos distraemos en procesos electorales, funcionales a los intereses de ocultamiento, de quienes son responsables del descalabro en el que nos han sumergido. Se impone una amplia reforma del sistema político: duración de tiempos de mandato y frecuencia de elecciones entre otros.
