A prisión. El condenado aceptó los aberrantes delitos que cometió contra el nene que su ahora exesposa buscó adoptar.

 

 

Para ella, ese niño fue una bendición. Porque se cansó de intentar procrearlo con su pareja y, cuando comprendió que no llegaría de su sangre, buscó adoptarlo. Y fue realmente un milagro esa vez que viajó al paraje San Expedito, Caucete, por una promesa y encontrarse con una chica muy humilde que no podía criar a su nene y se lo entregó, legalmente. Para él en cambio, la llegada de ese chico fue una puerta abierta a su lado más violento y depravado. Porque a ella empezó a golpearla, a encerrarla y atarla durante el día a una cama y, por las noches, hacerla dormir fuera de la casa o en el auto. Hasta se apoderaba del dinero que ella producía en su comercio. Pero el brote más detestable de su personalidad lo sufrió el nene, porque en esas ocasiones que buscó a la fuerza quedarse a solas con él alejándolo de su mamá, empezó a violarlo. Cuando la mujer lo denunció, el 19 de junio de 2016, el chico tenía 3 años.

Para entonces, había sucedido otra cosa increíble en la vida de esa mujer: buscó al padre biológico del chico, un policía que no dudó en conocer a su hijo, se enamoró de ella y empezaron a vivir en familia.

Ayer, el sujeto más dañino en esa conmovedora historia, hoy de 45 años (no identificado para preservar al niño) fue condenado a 11 años de cárcel por la jueza Graciela Del Pie (Sala III, Cámara Penal). Fue la misma pena que el acusado aceptó recibir en un juicio abreviado, firmado junto a su defensor, Juan Carlos Juárez, con el fiscal José Eduardo Mallea.

Historia increíble

La comerciante había conocido al ahora condenado en 2001, por cuestiones de trabajo. En 2004 se murió su mamá y lo invitó a su casa. Entonces tomó fuerza la idea de tener un bebé, al menos en la mujer. Cuatro años más tarde y luego de varios intentos, incluso con ayuda de la ciencia, ella comprendió que no podía y encaró el trámite de la adopción. No le importaba la edad, el sexo o si el chico sufría alguna enfermedad. Su amor de madre era más fuerte.

En 2008 y a pesar de no querer un hijo, el ahora condenado aceptó casarse por civil para sumar chances en la adopción. Y tiempo después sucedió ese milagroso viaje a San Expedito, y el encuentro con esa joven muy pobre que no podía criar a su hijo, nacido en 2012.

Pero ya en 2014 la relación comenzó a deteriorarse. Y empezaron los malos tratos y la obsesiva actitud del sujeto de quedar a solas con el niño. Cansada de la situación, a fines de 2015 la mujer lo denunció y un juez le prohibió acercarse a menos de 700 metros. Para entonces también aparecía en escena el padre biológico del niño, que no tuvo problemas en conocerlo. Empezó a visitarlo y a congeniar con la madre hasta que los tres empezaron a convivir como familia, en 2016.

Fue ahí que notaron que algo no estaba bien con el chico. Era agresivo con sus compañeritos de jardín, a dos de los cuales les bajó sus pantalones y les tocó sus genitales. Pronunciaba palabras inusuales para su edad sobre sexo. O tartamudeaba y tenía miedo a las cosas que le había regalado su padrastro. Fueron signos más que suficientes para suponer que había sido abusado. Y esa sospecha fue confirmada por varios psicólogos, incluso los de Cámara Gesell, cuando detectaron en el niño palabras como cuchillos, tijeras, paraguas como elementos con los que su "papá" lo dañaba al introducírselos. Y resultaron contundentes indicadores de que había sido violado, según el expediente.

El sujeto quedó preso dos días después de ser denunciado por su ahora exesposa. Y desde ayer tiene asegurado un largo tiempo en prisión.