
Cuando se quiere trabajar no hay excusas que valgan. Desde hace unos meses a esta parte, se nota cada vez más la presencia de emprendedores que, en este caso son vendedores de empanadas en distintos lugares. Puede ser en la puerta o alrededores de supermercados, en las esquinas donde los semáforos le otorgan unos segundos a gente joven para ofrecer esta comida tan típica, tan nuestra y criolla. Todo esto con el fin de ganar unos pesos con total honestidad y dignidad. Es gente que no está en la especulación de obtener por medios políticos un beneficio. Como estos jóvenes y mujeres que venden sus productos en la calle, hay mucha gente más que no espera a que le caigan las cosas de arriba, sino que emprende, se las ingenia para trabajar y lucha buscando esa bendición de parte de la mano de Dios. Las empanadas son un gran ejemplo visible, porque en muchos casos hasta la presentación es un elemento que atrae a los compradores. El trabajo es digno "las hago con mis propias manos junto a mi marido, que se quedó sin empleo, porque cerró el comercio donde trabajaba”, dice una joven de 28 años de edad.
Otro de los tradicionales "salvavidas” cuando una persona se queda sin trabajo es elaborar las semitas caseras. Adolescentes y adultos suelen recorrer el Parque de Mayo, la Plaza del Bicentenario y por los barrios, vendiendo sus productos en la mañana y por la tarde, a la hora del desayuno y el mate. Nadie pone cara triste ni de vencido. Todavía se puede creer que podemos salir adelante, a pesar de todo.
Por José Correa DIARIO DE CUYO
