Señor director:
Son miles los compatriotas que han perdido su trabajo por la situación sanitaria provocada por el Covid-19, como también por la delicada crisis económica del país, que ya lleva más de una década. Es cierto que perder el trabajo causa angustia, ansiedad y genera un trauma emocional bastante fuerte tanto en hombres como mujeres. Pero esta situación la viven los trabajadores que no dependen del Estado. Por lo que se nota poca o casi nula solidaridad con ellos. Es imprescindible que se abran lugares de contención psicológica y espiritual para quienes se quedaron sin trabajo. No todos podemos vivir del estado y tener la "suerte" de cobrar a fin de mes, pase lo que pase con el país. Debemos ser más empáticos con los trabajadores privados y más aún con quienes perdieron sus fuentes de ingreso.
