Con las detenciones de ayer, ya son once los policías provinciales que en menos de 10 meses pasaron de ser miembros de la fuerza de seguridad a estar presos por causas ligadas al narcotráfico.
El primer escándalo estalló el 28 de abril de 2016: una serie de escuchas telefónicas destaparon la relación entre miembros de la Policía de San Juan con narcos locales. Ese día, detuvieron al comisario general Héctor Páez, por entonces jefe de Investigaciones y ascendido dos días antes a la máxima jerarquía en la Fuerza. Además, cayeron el subcomisario Rolando Narváez, en ese momento segundo jefe del Departamento Drogas Ilegales, y el suboficial José Herrera, quien trabajaba en la Seccional 4ta. También apresaron a otros dos uniformados, pero fueron desligados.
En esa redada también cayeron dos supuestos vendedores de drogas: Paula González y David “Thiago” Castillo. En mayo, el juez federal Leopoldo Rago Gallo procesó a Paéz, Narváez y Herrera por asociación ilícita, comercio de drogas agravada por ser funcionarios públicos y extorsión. A los civiles los procesó por asociación ilícita y comercio de estupefacientes, pero los excarceló porque usaron la figura del ‘arrepentido’. En octubre, la Cámara de Apelaciones de Mendoza confirmó los procesamientos dictados por el juez.
También un gendarme
Paralelamente, en mayo de ese año y gracias a esas mismas escuchas, se descubrió que el gendarme Milton Páez, los policías Pablo Manrique Silva y Juan Pablo D’Agostino y los civiles Sergio Bustos (alias ‘Miagogo’), Darío Lucero, Washington Vega, Alejandro Levis, Luis Sierra, Carlos Posse, Tamara Martínez y Gabriela Castro formaban una banda dedicada a vender drogas en el Gran San Juan y Jáchal. En junio pasado, el juez Rago Gallo procesó con prisión preventiva a todos: se estableció que el gendarme, con asiento en Salta, mandaba en encomiendas distintas cantidades de estupefacientes. Y en San Juan, Manrique (de la Subcomisaría Cipolletti) se encargaba de retirar los paquetes. D’Agostino sabía de esa maniobra ilícita. Y todo indica que este último efectivo se encargaba de traer clientes y Manrique, Levis, Sierra, Posse y Martínez se encargaban de comercializar la droga en Jáchal.