Esta tarde-noche llega el papa Francisco por primera vez a Chile y acá, en suelo trasandino, la vigilia se vive entre dos caras totalmente opuestas: la apatía de muchos habitantes de este Santiago que será sede de la visita histórica, contra la euforia de los argentinos en general y sanjuaninos en particular que cruzaron la cordillera para venir a verlo. DIARIO DE CUYO, en suelo chileno desde ayer, es testigo privilegiado de cómo se viven las horas previas a la visita papal.
Mientras los argentinos coparon las calles de Santiago, los chilenos siguen sus vidas como si nada pasara. “Nos da lo mismo que venga o no el Papa”, “los chilenos no somos muy católicos, quizás por eso viene Francisco, para incentivarnos”, “están más contentos los fieles de otros países que nosotros”, dijeron muchos chilenos al ser consultados por este diario en los cafés, los restoranes, las plazas y las calles.
No deja de ser curioso, considerando cómo luce la capital chilena en estos días. Gigantografías del papa Francisco en algunas esquinas, los carabineros custodiando varios lugares clave tras los ataques a iglesias y voluntarios de la policía colocando vallas por doquier hacen que se note que esta ciudad será el epicentro de un evento de gran envergadura. Sin embargo, ese despliegue hasta molesta a la gente de este país. Incluso, ayer en la tarde en la Plaza de Armas, que es el núcleo histórico de Santiago, hubo discusiones entre chilenos detractores y gente hasta de otros países que defendieron al Papa. En esa discusión los chilenos más molestos decían que se gastó mucho dinero en la llegada de la máxima autoridad de la Iglesia, siendo que hay mucho desempleo y hasta necesidades básicas sin cumplir. Muchos chilenos aseguraron que es factible que vayan a ver al Papa durante la tarde de hoy, cuando pase por varias calles principales de la ciudad, pero que sólo lo harán porque el Gobierno decretó feriado.
Diametralmente opuesto es cómo están viviendo los argentinos a la cabeza y los demás fieles lo que ellos mismos consideran una gran fiesta. Selfies en cada rincón histórico de Santiago, filmaciones a las gigantografías del Papa y hasta coros improvisados en las escaleras del subte los destacan de la mayoría. “Vine de La Pampa a ver al Papa y vemos cómo los chilenos se enojan”, dijo Leonardo Ocio, un argentino que defendió a ultranza a Francisco en el medio de la Plaza de Armas. Mientras que más de 30 fieles de Buenos Aires embanderados contaron que llegaron el miércoles pasado y que se encontraron con chilenos que ni siquiera sabían cuándo llega Francisco. Sin embargo, a pesar del desinterés de los chilenos, la gente que viajó hasta este país trasandino espera ansiosa la visita del sumo pontífice. “Nosotros vinimos a vivir una gran fiesta y eso es lo que hacemos. Después de la misa grande vamos a participar de otras actividades con parroquias de acá”, dijo Josefa Gutiérrez, una mujer que llegó desde Mendoza junto a un grupo de oración. Al igual que esta mujer hubo miles de personas que celebraron durante la previa, con la expectativa puesta en la misa de mañana.
- Un regalo por los 70 años
María Páez y Beatríz Navarro viajaron desde San Juan a ver al Papa. “Ella fue cómplice con mi hija. Acordaron comprar el paquete para viajar hasta Chile y no me dijeron nada hasta último momento”, dijo María, que en junio próximo cumple 70 años. Este viaje fue el regalo de su hija, ya que ella soñaba con ver de cerca al Papa.
- Toda una fanática
Daniela González tiene 38 años y ya vio al Papa en dos oportunidades, en Brasil y en Polonia. Se siente una fanática y dijo que cada vez que lo vio sintió tanta paz y alegría que siempre que puede hace hasta lo imposible para repetirlo, por eso ahora está en Chile. “Tan sólo escucharlo me llena el alma”, dijo y contó que es adoradora de la Virgen.