Licha Carrizo patina desde los 4 años, fue pionera del patinaje artístico, junto a otras mujeres que dejaron por diversas situaciones, con la diferencia que ella ahora tiene 54 y no sólo sigue en carrera sino que desafió al tiempo. Hace pocos días debutó como federada en la categoría Patín Danza y recibió su primera medalla, tras un año de duro entrenamiento ya que nunca había participado en este estilo. Una gratificante forma de festejar sus 50 años sobre ruedas.

Debido a que ya no quedan patinadoras en la provincia para competir en "Libres", Licha entendió que no tenía sentido ingresar a las pistas sin competencia alguna, por lo que hace un año quiso colgar los patines. En ese momento apareció Paulo Bustamante, un maestro del Patín Danza, que la convenció de preparase para esta difícil tarea. 

Así se ha convertido en la única mujer de su edad que sigue en el patinaje con un envidiable estado físico que le permite bailar sobre ruedas a pesar de no haberlo hecho antes.

Licha comenzó a patinar a los 4 años. Desde entonces no paró. Cumplió 50 años como patinadora.

Su nombre de DNI es Luisa del Valle, claro que si alguien la llamara así, seguro no se da por aludida. Ella es Licha, apelativo que la identifica desde que nació para diferenciarla de su mamá y su abuela que portaban el mismo nombre.

Su ligazón con los patines tiene mucho de herencia. Es hija de Wenceslao Carrizo quien se retiró de las pistas a los 83 años, hermana de dos ex hockistas Javier y Mariano, actual juez nacional de patinaje artístico, y Adrián reportero gráfico. El legado lo recibieron también sus hijas Melisa y Jimena quienes patinaron hasta que comenzaron la Universidad, salvo Enzo que si bien llegó a ser federado, campeón sanjuanino, regional y argentino de patinaje artístico en las categorías escuela, libre y pareja de alto, decidió dejar a los 16 años.

"A los 4 años me puse los patines y a los 5 me aceptaron en el Club Huarpe donde me enseñaron a patinar en realidad porque el patinaje artístico no estaba muy desarrollado. En aquel momento venía un profesor de Mendoza, Luis Doña, quien lamentablemente falleció el año pasado. El nos daba algo de la especialidad hasta los 15 años que me enteré que existía un grupo que fundó Ramón Córdoba en los Exploradores de Don Bosco. Ellos practicaban en el patio de ese colegio, y decidí cambiarme. El fue pionero, quien trajo el patinaje artístico a San Juan, Fantasías, su club, es la cuna de esta actividad. Claro que me enfrenté con el problema que no me dejaban ingresar porque eran todos varones. Hablé con el padre Juan Fanzolato y me dijo que tenía que se exploradora de María Auxiliadora y tuve que serlo para poder entrar", cuenta Licha.

Así como ella, otras chicas patinaban pero no tenían una actividad específica hasta que Córdoba decidió crear un grupo de bastoneras sobre patines que practicaba en el gran patio de la escuela Don Bosco, repleto de eucaliptus que los días de viento arrojaban su fruto, un detalle nada bueno porque provocaba muchas caídas de los deportistas. Nada era un obstáculo para seguir avanzando. Así nació el Club Fantasías que cuenta ahora con 40 años en la actividad y está ubicado en calle Córdoba a pasos de Colón en Santa Lucía.

"De aquellas chicas lamentablemente ninguna siguió. Algunas se casaron y dejaron, sí siguen hijas y nietas de algunas de ellas. Recuerdo que durante toda mi niñez usé los patines de hockey que heredaba de mi hermano mayor hasta los 15 que recibí de regalo mis primeros patines para patinaje artístico. En ese momento no habían tantas exigencias como ahora que hay ruedas y botas para cada disciplina", recuerda.

Los hijos acompañando a la patinadora a su primera competencia en Patín Danza.

Demás está decir que no había internet para mirar videos con figuras y coreografías, así es que era el mismo Ramón Córdoba, quien se encargaba de la tarea, según dictara su imaginación.

"También fue él quien empezó con parejas de alto, de hecho yo competía junto a Javier Bustamante, el primer patinador de Fantasías. No olvido que no teníamos indumentaria para las primeras competencias, mientras que en el resto del país usaban polleras anchas, con vuelos, Ramón decidió que nos hiciéramos con tafeta unos pollerines al cuerpo y mallas de danza. Nos miraban raro, y es lo que se usa en la actualidad", agrega.

A puro esfuerzo

Licha no sólo patinaba, también se dio tiempo para estudiar Ciencias Económicas en la Universidad Católica de Cuyo, trabajar para pagar la cuota de su carrera, y atender la casa porque su mamá sufría una enfermedad. Para trasladarse a todos estos lugares el único medio que usaba era su bicicleta.

Una vez recibida se casó, se trasladó a Jujuy, tuvo tres hijos y tras la separación regresó a la provincia donde los crió sola. No tardó en volver a los patines, pero siempre su prioridad fueron ellos. 

Ahora ya son todos mayores de 18, un dato que la impulsó a aceptar el cargo de ayudante de pista en Fantasías, estar todas las tardes en el club – o cuando es necesario-, y entrenar para seguir sumando herramientas de Patín Danza.

"Tenía doble trabajo, entrenaba y competía en liga donde las exigencias no eran tantas, pero hace un tiempo cambió el sistema y es muy duro. Me di cuenta que era mucho para mi edad, y decidí dejar porque tampoco tenía chicas con las que competir. Habían poquitas en Mendoza pero ya dejaron. Solo quería salir en shows o espectáculos y nada más", destaca. 

Cuando creyó que la decisión estaba tomada apareció Paulo Bustamante, sanjuanino, maestro de la disciplina reconocido a nivel nacional e internacional, y le dijo "vos no podés dejar, te propongo que hagas Patín Danza". Esto le pareció muy lejano ya que sólo había hecho Patín Escuela, Libre, Pareja en Alto, pero Danza nunca.

"Así surgió este nuevo desafío. Tenía que federarme y empezar a practicar algo que no había hecho nunca. Me llevó un año entrenarme para poder competir, que es una forma de decir porque en San Juan no hay con quien, pero a nivel nacional sí, en un rango etario que va desde los 47 hasta los 57 años. Así es que el año que viene voy por eso. Este no pudo ser porque llegué con lo justo para la última fecha del torneo local con todo lo que implica participar como federada", cuenta Licha quien confiesa que se sintió como si nunca hubiera patinado.

El entrenamiento le demandó clases diarias y hasta fines de semana porque no era sencillo lograr posiciones, estrategias de bailarina sobre patines, y un estado físico que le permitiera conseguirlo. Además las exigencias por la edad en este estilo son de nivel internacional (no contempla que puedan ser novatas), algo que complica aun más la clasificación, no obstante lo logró y va por más.

"En esto a nadie le importa si yo tengo 54, si tengo que bajar hasta el piso debo hacerlo, por citar un ejemplo, pero terminé con un puntaje muy bueno. Reconozco que no lo di todo porque estaba con miedo y el piso del Complejo La Superiora recién pulido, pero estoy muy muy feliz", finaliza.