
Octavio Osuna es un cantor entrerriano afincado hace muchos años en Buenos Aires. Tal vez para el gran público sanjuanino sea desconocido, pero es un artista que ha recorrido el mundo, con su voz y guitarra, de la mano de Tarragó Ros y Raúl Barboza. Además, es autor de la música del vals "’Victoria mi ciudad’, que es la canción oficial de Victoria, de donde es oriundo. En Buenos Aires se ha mezclado con varios conjuntos, entre ellos el dúo Arbós-Narváez, y cantó boleros con el Trío Azul, que integraba Roberto Palmer, antes de que éste se sumara a los Quilla Huasi. También es compositor, entre otros temas, del chamamé Luna Entrerriana, que le pertenece en colaboración con Oscar Valles.
Además se las rebuscó con otros oficios. Como el de portero, por ejemplo, en un edificio de Belgrano. Un día del ochenta y tantos fue temprano a abrir la puerta, y encontró sentado, en uno de los escalones de la puerta de entrada, a Ernesto Villavicencio. El "Negro’, que vivía allí, había olvidado la llave y no había podido entrar. Para colmo, esa noche llovió intensamente y nuestro comprovinciano se tuvo que aguantar la garúa y la humedad en aquél escalón. Como siempre, venía de actuar en el Viejo Almacén y había tomado el 152 para llegarse hasta Belgrano. En la esquina de Virrey del Pino y Vuelta de Obligado. Su departamento daba a los fondos, y cuando se palpó los bolsillos, cayó en la cuenta que esa noche la pasaría en vela.
"’¿Qué te pasa "Negro’?’, le dijo sorprendido Osuna. Lo vio lloroso, con los ojos hinchados. Pensó que se le habría ido la mano con el vino. Villavicencio lo tranquilizó. "’Es que me puse a acordarme de San Juan y me agarró la nostalgia. Mientras esperaba escribí esto. Mira qué te parece”. Y le extendió el papel donde había dibujado aquellos primeros versos. "’Caminar por tus calles, es todo lo que quiero…’
Osuna, al leerlos, le expresó su admiración. "’¡Está buenísimo! Te lo quiero grabar. En estos momentos estoy preparando un disco, así que terminalo pronto, para incluirlo’. Animado, Villavicencio entró, se cambió, pues entraba temprano a otro trabajo que tenía, y hacia allí marchó.
Cuando regresó, se puso a redondear la letra y a ponerle música. Había mucho bullicio en la casa, y así no podría lograr su propósito. De modo que no tuvo mejor idea que encerrarse en el baño y no salió de allí hasta que le dio el toque final al tema que tituló "’San Juan por mi sangre’. Días más tarde, Osuna lo grababa y se convirtió en el primer intérprete de la canción que sería uno de los himnos de la música sanjuanina.
Así me lo contó Ernestito Villavicencio, su hijo, y quedará como testimonio del nacimiento del hermoso vals, que desde entonces no puede faltar en cualquier encuentro donde se honre la cuyanía.
Orlando Navarro Periodista
