Romper las barreras del espacio y del tiempo, ser testigo del proceso creativo del artista -no saber en qué va a confluir finalmente- y que el espectador experimente cada etapa de la formación en la pintura, fueron algunas de las consignas propuestas por la artista visual Natalia Quiroga, quien desarrolló una intervención en las instalaciones del Museo Provincial de Bellas Artes Franklin Rawson. La actividad, podría decirse como ‘a puertas abiertas’, invitó al público a participar y dialogar con la hacedora en plena etapa de producción. Esto forma parte del ciclo de Acciones y Performance que inició el museo hace unos días dentro de la muestra ‘Síntomas y Desplazamientos’, producida por exponentes del arte contemporáneo sanjuanino.
La propuesta plástica de Quiroga, fue la de instalar un taller móvil (cuya sesión durará unos cuatro encuentros y que ayer fue el primero) consistente en la apropiación del espacio para registrar e interpretar la historia del edificio del museo, a través de la pintura. Con acrílicos, pinceles, telas, carbonilla, tizas fue desplegando una gama rica de colores transpolando recuerdos y vivencias de lo que existió antes en el espacio físico de lo que es hoy el museo. Concretamente, es contar con imágenes, la presencia pasada de lo que fue el Casino Provincial hace muchos años (década del ’70 y ’80): ‘La gente joven, no sabe, que antes todo esto fue un casino. En mi memoria conservo imágenes y relatos de mis padres, de lo que había. Funcionaba un boliche en el centro del edificio donde tocaban bandas, había salas de juegos y tragamonedas… entonces lo que quiero es armar las pinturas y dibujos con la idea de hacer una muestra no-estática, sino que vaya interactuando y expandiéndose con aportes de otras obras que se vayan incorporando. La idea del taller móvil es que el público vea lo que hago sin filtro’, explicó Quiroga.
La metodología consistió en aplicar capas de pintura en telas fondeadas de pequeño formato, en este caso, en el núcleo de la sala 3 y el jardín central, con la finalidad de representar el espacio actual, incorporando elementos del pasado. En la vista de la galería, por ejemplo, aparecen unas máquinas tragamonedas como sujetos extraños al paisaje cotidiano del presente.
Los espectadores, que en la primera visita, fueron jóvenes en mayoría, intercambiaron ideas y buscaron conocer cómo trabaja la artista. ‘Yo adhiero al concepto de la obra abierta, quiero interactuar con el público, ya que el oficio del pintor es tan solitario, implica trabajar en silencio y no siempre podemos tener ese feedback, salvo en una muestra con la obra terminada. Por eso resulta interesante ver al pintor trabajando, no todos los días se tiene una experiencia así’, contó la pintora.
Las intervenciones continuarán el 23 de enero, el 6 y el 20 de febrero en el MPBA de 19 a 21, con entrada libre y gratuita.