Está de vuelta en San Juan quien fuera el entrenador de un grupo de jóvenes jugadores que a fines de la década del "80 dominaban el tenis cuyano. Alberto Dalmagro, un cordobés que había llegado a la provincia porque se casó con Lidia Mengual, y en 1989 se radicó con toda su familia en Paraguay, es la cabeza visible de un ambicioso proyecto que se ha propuesto la nueva y joven comisión directiva del San Juan Lawn Tennis Club, entidad que el 24 de mayo cumplirá sus 100 años de vida.
"En abril de 2015, cuando volvimos con mi esposa desde México, donde estuvimos 12 años, a Asunción dije: ‘Me cansé, no sigo más en el tenis’. Y me dediqué a no hacer nada, a ver televisión y a jugar un par de veces en la semana con algunos amigos", contó Alberto, quien invitado por Andrés Alonso, presidente del "Lawn", llegó por una semana en febrero y escuchó la propuesta de hacerse cargo de la reestructuración deportiva de la entidad.
Y, aunque le picó el "bichito" por volver a enseñar, admite, "es su pasión", retornó a Paraguay y lo consultó con su familia.
Sus hijas, Georgina y Sofía, que viven en Asunción -porque su hijo varón, el del medio, Germán, enseña tenis en la Universidad de Nebraska-; fueron quienes le dieron el empujoncito que necesitaba. "Me dijeron que toda mi vida había sido el tenis y que necesitaba ‘volver a vivir’; y aquí estoy, muy contento porque a la comisión la integran varios de los jugadores a quienes entrené, quienes me contagiaron sus ganas".
Cuando Dalmagro se fue de San Juan, en julio de 1989, logró algo que no volvió a repetirse: los cinco números uno de Cuyo en categorías formativas eran sanjuaninos. "Ibamos a jugar a Mendoza y decían ‘otra vez vienen estos’ porque les ganábamos siempre". Por entonces Andrés Alonso el mejor de la región entre los tenistas de 10 años, Rodrigo Cerdera (12); Mauricio Rodríguez (14), Juan Fernández (16) y Sebastián Allende (18).
"Retornar a San Juan para hacer lo que me gusta, que es enseñar tenis, es una gran alegría. Acá tengo muchos afectos".
Cerdera y Allende, que participaron de un torneo nacional en Resistencia, "Sebastián fue campeón y Rodrigo perdió la final", cuenta Dalmagro; tienen incidencia directa en el inicio de su periplo. Concluido el certamen el 9 de julio de 1989, Alberto viajó a Asunción para colaborar con un amigo del tenis, Alberto Gross Brown, un ingeniero que era el capitán del equipo de Copa Davis de aquel país y que le había solicitado datos sobre el sulfato de aluminio porque quería presentarse con su empresa en una licitación. Ese contacto cambio su vida. Lo invitaron a radicarse allí para hacerse cargo de la enseñanza en el Club Internacional de Tenis.
No era tarea sencilla mover a toda una familia con hijos chicos, pero la propuesta era interesante y se marcharon. Trabajó allí hasta el 2003, cuando, invitado por Rodrigo Cerdera que trabajaba en Acapulco, viajó con su esposa a México, para hacerse cargo de la enseñanza en el club Las Palmas Raquet Club de Veracruz. "Allí estuve nueve años y luego otros tres en Monterrey, una ciudad hermosa", acotó quien se ilusiona con recuperar "en medio año", toda la actividad deportiva de la centenaria entidad del Parque de Mayo, donde tiene pensado terminar de manera activa su idilio con la docencia en el tenis.
FRASES
"El tenis tiene un idioma universal, por eso tanto yo, como mi familia, nos adaptamos a tantos cambios. Mi mujer y mis hijos siempre se movieron en ese ambiente que se da en todos los clubes del mundo".
"Ahora es más fácil jugar, porque hay mayor variedad en calidad y precios de elementos. Recuerdo que a Rodrigo (Cerdera) yo le encordaba las raquetas con tanza para pescar tiburones porque las importadas eran muy caras".
"Reestructurar deportivamente a un club tan grande como el ‘San Juan’ es un lindo desafío que me llegó en el final de mi carrera. Agradezco a Andrés (Alonso) y toda la comisión hacerme parte de ello".