
En artículos anteriores, nos referíamos al amor en el matrimonio, según el documento "Amoris laetitia” del Papa Francisco. Queremos ahora continuar con algunas reflexiones de su magisterio sobre el amor conyugal.
El amor conyugal comienza con el "eros”, es decir, con los aspectos corporales, pasionales y sentimentales que, evidentemente, son necesarios para que se produzca el acercamiento y enamoramiento de los futuros esposos. Dice el Papa Francisco: "Dios mismo creó la sexualidad, que es un regalo maravilloso para sus creaturas” (AL,150)…"Deseos, sentimientos, emociones, eso que los clásicos llamaban "pasiones”, tienen un lugar importante en el matrimonio” (AL,143)… "Los actos propios de la unión sexual de los cónyuges responden a la naturaleza de la sexualidad querida por Dios si son vividos de modo verdaderamente humano” (AL,154).
Durante la vida matrimonial, el amor "eros” continúa formando parte del amor total o integral. Como el matrimonio sólo alcanza su consumación, es decir, su integridad e indisolubilidad total con el primer acto conyugal, podemos ver el valor sacramental que posee este acto. Los demás actos conyugales, signo y expresión de la comunión de personas, reactualizan el "sí, quiero” del día de la boda, e indican que, a pesar del paso del tiempo, los esposos se vuelven a elegir una y otra vez, y el compromiso matrimonial sigue vigente, por lo que se puede recibir en ellos gracias específicas de la vida matrimonial. Por ello, las relaciones sexuales entre los esposos son ocasión de recepción de la gracia sacramental, es decir, son santificantes, cuando se realizan según el plan de Dios.
A través del acto conyugal, los esposos unen sus cuerpos y almas, y concretizan la expresión: "Y serán dos en una sola carne” (Gén 2,24), de la Escritura. Estas palabras señalan que el acto sexual es un acto personal (no animal): cuerpo y alma que se funden en un fuerte abrazo amoroso, gozoso y abierto a la vida, y que produce una intensificación del amor y del vínculo conyugal.
Señala el Papa Francisco: "El erotismo aparece como manifestación específicamente humana de la sexualidad. En él se puede encontrar el significado esponsalicio del cuerpo y la auténtica dignidad del don. En sus catequesis sobre la teología del cuerpo humano, San Juan Pablo II enseñó que la corporeidad sexuada "es no sólo fuente de fecundidad y procreación”, sino que posee "la capacidad de expresar el amor: ese amor precisamente en el que el hombre-persona se convierte en don”. El más sano erotismo, si bien está unido a una búsqueda de placer, supone la admiración, y por eso puede humanizar los impulsos (AL,151).
Aunque maravilloso y entusiasmante, este amor "eros” romántico y pasional requiere de los otros niveles del amor, que veremos. Ciertamente, debe estar presente en el matrimonio, pero solo no basta. En este nivel, el otro puede ser también considerado como un simple objeto sexual. Más que amar, eso sería usar a otro como si fuera una cosa. Así, el amor se tiñe de egoísmo.
El amor "eros” es, pues, el primer nivel del amor conyugal.
Por Ricardo Sánchez Recio
Lic. en Bioquímica. Orientador Familiar y Profesor.
