La vida le dio un giro inesperado. De un momento a otro, una dolencia pasó a ser un tumor y de un día para el otro se enteró que el cáncer había llegado a su vida. Sí, esa fría y dura enfermedad que mete miedo solo con su nombre lo hizo poner los pies sobre la tierra al joven de 22 años que tuvo que parar la pelota. Pero Matías Silva le puso el pecho a la situación, comenzó hacerse las sesiones de quimioterapia y aún así en pleno tratamiento y con todo el desgaste físico y mental que eso implica, decidió volver al fútbol hace unas semanas y volver a defender la camiseta de su querido Club El Globo, en la Primera "B" Local.
La odisea comenzó hace unos pocos meses para el "Bebé", como lo conocen todos en El Globo. El defensor venía con una molestia en su zona genital pero no le dio mucha importancia hasta que en el mes de abril lo debieron operar de un tumor en uno de sus testículos. El futbolista de 22 años dice que salió bien de la operación, se fue a su casa pero a los días, mientras esperaba el resultado de la biopsia, su salud se deterioró y los dolores de espalda y cintura eran casi intolerables. Llegó el resultado menos esperado y los médicos le informaron que el cáncer le había hecho metástasis en sus pulmones atacando el 80% de uno de ellos.
"El cáncer había llegado a mi vida. Fue un golpe duro. Me costó asimilarlo porque siempre fui una persona muy sana, no tomo, no fumo, se me vino el mundo abajo", expresa el defensor de El Globo. Matías hace hincapié en sus afectos, dice que su familia y amigos -además de ayuda psicológica- fueron clave para poder aceptar lo que le estaba pasando y comenzar de inmediato con las sesiones de quimioterapia. Lógicamente el fútbol había quedado apartado de su rutina.
"Es duro enterarte de un día para el otro que tenes que pelear contra el cáncer. Tuve mucho miedo pero con el tiempo supe que podía salir adelante. Volver al fútbol me ayudó"
Someterse a las sesiones de quimioterapia fue otro trauma para el joven albañil oriundo de La Bebida, si bien ya sabía que los efectos secundarios era principalmente la caída de cabello, dice que después de recibir la primera sesión no quería volver debido a las molestias físicas, el decaimiento, los vómitos y las náuseas: "No quería saber nada con seguir. Fue un momento muy duro, terminé sin ganas de nada y fue ahí que gracias a mi familia, mi esposa y mi hijo pude levantarme", comenta Matías. Ese motorcito que lo impulsó se llama Tiziano y tiene 4 años: "Mi hijo no entiende pero por él sigo adelante, todos los días me da fuerzas para seguir", asegura.
Las sesiones de quimioterapia que recibe en el servicio de Oncología del Hospital Marcial Quiroga son durante cinco días consecutivos, después viene un receso de dos semanas hasta una nueva sesión. "Llevo tres semanas de sesiones y creo que ya me acostumbré", afirma Silva. Hace unos días se sometió a una nueva tomografía y recibió un pronóstico alentador que da cuenta de que esa lucha va dando resultado: "Gracias a Dios ahora el cáncer se redujo al 40%, en unos días los médicos me dirán si se puede operar para terminar de sacar lo que resta o tengo que continuar con la quimioterapia. De alguna forma tengo que ganar este partido", afirma.
EL PARTIDO DE SU VIDA
Esa lucha contra el cáncer Matías Silva lo lleva a su plano, el ámbito futbolístico. Es "el" partido de su vida. La final que necesita ganar. Y ahí está la explicación de porqué decidió volver a calzarse los botines a pesar de que las quimioterapias lo dejan desganado. "No se como explicarlo pero si volví es por el amor que siento por el fútbol. Cuando les conté al cuerpo técnico y mis compañeros de lo que me estaba pasando recibí mucho apoyo, ellos no imaginaban que yo iba a seguir jugando pero me dieron muchas ganas de venir y estar con ellos. Al menos por un rato, acá se me olvida todo lo que estoy pasando. Es lo que me hace bien", afirma el lateral izquierdo. El futbolista llega en su moto cada día desde La Bebida al club de calle Meglioli y comienza sus entrenamientos a la par de sus compañeros pero cuando el cansancio comienza hacerse sentir, disminuye la intensidad. "El partido pasado jugué 20 minutos y salí pero por una molestia en la rodilla", afirma sintiéndose orgulloso de poder aportarle su granito de arena a su equipo.
"Estoy jugando el partido más importante de mi vida y se que lo voy a ganar"
"Soy conciente de que este es el partido más importante que estoy jugando y estoy convencido de que con la ayuda de Dios y la fe que tengo voy a ganarle a esta enfermedad", expresa. Sí, su fe en Dios es otra de las patas que lo sostienen en esta batalla: "Soy muy creyente y todas las noches me arrodillo a rezarle y a pedirle a Dios que todo salga bien", manifiesta.
Mientras agradece a su médico oncólogo Matías Serer y a todos los enfermeros que lo están asistiendo en su tratamiento, deja un mensaje alentador para otros "luchadores" que estén pasando por su situación: "Es duro sí, yo tuve mucho miedo pero con el tiempo supe que podía salir adelante y estar bien para que mi vida siguiera normal. Hoy estoy jugando al fútbol porque es lo que amo y se que pronto volveré a trabajar. Esa gente que está pasando por lo mismo, yo les digo que no se queden encerrados, que salgan y que no bajen los brazos. Estoy jugando este partido y se que lo voy a ganar", expresó el joven futbolista con una sonrisa enorme. Esa sonrisa que refleja el optimismo que hoy lo impulsa a estar jugando -y de titular- el partido más importante de su vida…