Contrasta curiosamente su casi furioso ritmo de producción con la serenidad de sus modos. Suave, con su pausado hablar y sus expresivos ojos, Beatriz García Huertas repasa este año junto a DIARIO DE CUYO, en el luminoso estudio donde los colores, las formas, el paisaje que se respira desde el ventanal y la suave música de fondo generan un ambiente casi mágico. Refugio tal vez, que con obras por aquí, maquetas por allá y proyectos varios, da fe de su inagotable imaginación y de sus laboriosas manos. Sí, ha sido un 2019 particular, pero no por su entrega, siempre total; sino por una serie de hechos notables que la tuvieron como protagonista, en su tierra. En abril, su muestra individual "Lágrimas’ abrió la temporada del Museo de Bellas Artes Franklin Rawson. Luego, con Gota del desierto, fue una de las 19 artistas seleccionadas del concurso Anchipurac Escultura, del que participaron 40 artistas de toda Latinoamérica. Y ya transitando la recta final del año, el jurado la consagró ganadora del Concurso Internacional de Escultura, con su Caleidoscopio, el broche de oro.
"Es la cosecha de una siembra muy larga", dice con aplomo al ser consultada por estos hitos que le dieron mayor exposición. Lejos, muy lejos de las veleidades, la talentosa artista plástica sanjuanina apuntala su concepto: "Hace 50 años que trabajo en esto y de forma constante. Nada es improvisado".
No es común que García Huertas concurse, de hecho lo hizo solo una vez, bastante tiempo atrás, para un certamen que realizó la Universidad y que también ganó. Y al igual que aquella vez, la decisión de participar vino desde la seguridad. "Son muchos años de experiencia acumulada, de herramientas que uno va adquiriendo y eso te da seguridad. Entender que lo que uno propone lo va a poder realizar y tan bien como pretende. El arte no es como podría verse de afuera, solo un divertimento. Puede que en algún momento lo sea, cuando estás investigando y probando, pero es mucho esfuerzo, tiene un costo, es trabajo constante y responsabilidad, para que transmita lo que uno quiere", dice Beatriz, enemiga de mostrar lo primero que sale, lo que la ha llevado a experimentar durante años una temática, un material, antes de alumbrarlos. "Eso me gustaría transmitir a las nuevas generaciones, que el arte no es solo espontaneidad o una cosa fortuita. Yo creo en el trabajo, que es lo que te orienta, te da las herramientas, te da el lenguaje propio. Hay que investigar, estudiar, seguir un camino hasta tener el resultado que uno siente que es el que quiere y que sea original. La obra tiene que mostrar ese proceso….", sostiene con total autoridad García Huertas, cuya curiosidad y entusiasmo nunca decaen (aunque a veces el físico pase factura). "Ser artista es como vivir en dos mundos, uno muy personal en el que uno se presta atención, se escucha; y el de la realidad. Es estar un tiempo adentro para poder salir luego a comunicar", define.
Convencida de que el arte no es un lujo sino una necesidad y que debe estar al alcance de todos "porque nos conecta desde nuestra sensibilidad, que es lo más puro de todos nosotros’, Beatriz está en pleno proceso de concreción de Caleidoscopio, que será emplazado en las afueras del Museo de Bellas Artes. Y eso también le encanta. "Porque ¿qué es para mí la cultura urbana? Es lo más democrático, porque es de todos. En muchas oportunidades la gente puede entrar a un museo o tener una obra de arte en su casa, pero hay mucha otra que solo puede acceder cuando la obra está en la calle. Entonces siento una gran alegría de que esa obra, que ya no siento mía, esté allí para que todos puedan interactuar con ella, que llegue a mucha gente y que quien quiera la pueda disfrutar’, reflexiona Beatriz quien, inquieta como es, ya bucea en nuevas aventuras creativas.
"Yo creo en el trabajo, que es lo que te orienta, te da las herramientas, te da el lenguaje propio".
Caleidoscopio
Premio Internacional de Escultura, será emplazado en el frente del Museo Franklin Rawson. ‘Pensé qué quiero que la escultura diga, en relación a ese lugar. Me surgió que el Museo es parte del tejido socio-cultural y se me vino a la mente el caleidoscopio, porque ese tejido son aportes de todos que se van modificando, entrelazando, que se yuxtaponen’, comentó García Huertas. Estará realizado en acero inoxidable espejado que refleja el entorno y que, según las condiciones de luz, proporciona un juego especular dinámico.
Gota del desierto
Ya se exhibe en el Parque Ambiental Anchipurac, combinando arte, raíces y la industria del reciclaje. ‘El cuidado del agua, y más acá en este semidesierto, es fundamental’, dice la escultora. Una gota compuesta por cerca 5 mil microgotas -latitas de bebida- dispuestas en 206 triángulos. El diseño está planteado como un sitio de reflexión, pudiendo ingresar a su interior.
Lágrimas
Muestra individual que abrió la temporada 2019 del Museo Franklin Rawson y que le demandó tres años de trabajo. "Pensé que la lágrima acompaña al hombre desde que nace hasta que muere. Lloramos cuando la emoción es fuerte y nos inunda. Esa lágrima recorre de algún modo la muestra’, contó la artista.