59 jugadores, 13 partidos, un pie y medio afuera de Rusia… Como dicen, los números no mienten y en el fútbol suelen ser los peores jueces para quien sea y hoy esas cifras condenan a un ciclo que nació forzado y que tiene corta vida futura. El ciclo Sampaoli nació mal y terminó mal porque pase lo que pase contra Nigeria -siga el Mundial o no para Argentina- el paso del Peladito de Casilda ya está condenado. Sellado a fuego con la marca del fracaso.Y ojo, no sólo por lo que pasó contra Croacia donde no hizo más que confundir con la previa, con sus cambios, con las contramarchas, sino por lo poco que le dejará a la Argentina su ciclo en el balance final. Más en el debe que en el haber, más en las deudas que en la ganancia. Y si se trata de ir repasando sus eslabones en la cadena al fracaso final, bien se puede ir repasando algunas para terminar de armar su olvidable hoja de ruta al frente del seleccionado nacional.
Abanderado por Messi, tan confuso fue su discurso, que terminó debilitando al mejor futbolista del planeta llevándolo de ser el amo de Barcelona al tímido y casi inexpresivo y cruelmente gélido capitán de Argentina en el partido que debía ganar. El chamullo de que era "su equipo’, de que era Messi y 10 más, nunca pasó del anecdotario. En los hechos, en la táctica, jamás Sampaoli desde su verborragia intectualoide robada de un tal Bielsa en la retórica solamente armó el esquema para que Messi brillara, se divirtiera y desequilibrara. Nunca. Jamás. No supo cómo potenciarlo, no le alcanzó. Ese verso de buscarle socios, fue verso nada más. Nunca se jugó la pilcha por Dybala, jamás apostó por Pavón. Se fue en el chamullo, en la retórica y nada más. Messi, lo terminó sufriendo. En esa, Sampaoli logró, sin saber, como neutralizar al mejor. Nada más ni nada menos.
En lo táctico, en lo medularmente futbolístico. Sampaoli jamás pudo darle identidad o ADN en lo colectivo a Argentina. Que línea de tres, que línea de cuatro, que un punta, que dos, que doble volante central. Ensayos, pruebas que solamente fueron balas de fogueo disimuladas por las ráfagas de Messi que lo salvó contra Ecuador. Argentina llegó a Rusia sin saber a qué jugaba. Ni a la alta presión, ni a esperar, ni a tener la pelota. Fueron solamente espasmos, fueron manotazos de ahogado. España nos prendió la luz roja en aquel amistoso en Madrid y Sampaoli se cegó en su soberbia. Argentina llegó al Mundial sin libreto, con un actor de lujo, ganador de todos los Oscars como Messi, pero sin saber que guión seguir. Y su autor tiene nombre y apellido: Jorge Sampaoli.
Para completar el tripode de desaciertos del Pelado de Casilda, ya en Rusia la terminó de hundir. Aunque si, murió en su ley. Con su filosofía barata de creerse el dueño de la pelota en un país en el que muchos saben mucho de este juego. De Islandia a Croacia las hizo a todas. Manoseó a Pavón, cercenó la histórica columna vertebral, se comió a Di María y sostuvo a un arquero que nunca fue garantía de nada. Cambió libreto, confundió a todos y así le fue. Sampaoli terminó siendo víctima de su propia verborragia, mezcla de filosofía barata y rockero entrado en años. Argentina no merecía un ciclo así. A pesar de los 11 técnicos en 12 años, de los 3 entrenadores entre Mundial de Brasil y el de Rusia, algo había en Argentina y Sampaoli en un año y 13 partidos, lo sepultó.
SAMPAOLI X 5
"No leí el partido como debía. La responsabilidad completa es de la conducción. Messi sufrió porque no supe encontrarle un equipo para él"
"La merma del equipo tiene que ver con la conducción. El proyecto de partido no sé si me da vergüenza, sí dolor y yo soy el responsable"
"Usted está generando una responsabilidad sobre Caballero que no creo considerable, ni humano, ni real, achacarle la responsabilidad de la derrota"
"Yo tenía pensado que el plan de este partido generaría mucha presión en el mediocampo sobre el rival, que tiene mucho talento"
"Se hizo cuesta arriba, después del primer gol nos faltaron variantes de juego. Tenía tanta ilusión, sólo me queda pedirle disculpas a la gente"