La educación hoy está en medio de batallas cruzadas. Una vez más en Argentina el sistema educativo está en el marco de procesos políticos y sociales que nos propone una especie de elección dicotómica sobre dos bandos. En esta circunstancia me gustaría exponer las preguntas que desde el 2020 y hasta hoy la sociedad, la política y la ciencia ha planteado sobre el sistema educativo en el marco de la pandemia. ¿La educación debe ser presencial o virtual? Sea una u otra opción ¿Debemos incorporar al aula la tecnología de forma absoluta o no? y finalmente una dualidad anterior a estas preguntas ¿La educación debe ser tomada solamente como un derecho o como si fuera una mercancía para un mercado laboral globalizado que requiere grandes competencias cognitivas y sociales?

Este artículo no pretende solucionar estos grandes interrogantes, pero si rescatar una experiencia que intenta ser un punto de encuentro entre estas dicotomías que debemos superar para poder avanzar como humanidad y principalmente como ciudadanos argentinos.

"La tecnología no es sinónimo de enseñanza, todo lo contrario; pero la incorporación de la misma de forma obligatoria por la pandemia ha realizado grandes modificaciones pedagógicas en el aula.”

Para ello quiero traer a colación que la educación ya sea por intencionalidad o por contexto va superando estas situaciones. La escuela está viviendo en estos días de pandemia, una aceleración de procesos que estaba de alguna forma incipiente: la incorporación de la tecnología. Este tiempo ha demostrado que los sistemas educativos son dinámicos y cuentan con capacidad de respuesta a las nuevas situaciones. La crisis vivida por la pandemia nos condujo velozmente a una serie de prácticas de educación remota mediadas por las tecnologías digitales en donde, en muchos casos, sus propósitos y sentidos se fueron configurando mientras se iban desarrollando. No obstante, con el correr de los meses y con el objetivo de garantizar la continuidad pedagógica, docentes, alumnos, padres y directivos han ido transitado desde un primer momento de educación remota de emergencia (2020), hacia una formación virtual intencional, la educación combinada, las burbujas, las clases asincrónica, sincrónicas, etc.

Por ello podemos afirmar que la educación superó el segundo de los dilemas y modificó uno de sus prejuicios sociales más fuertes. Los sistemas educativos están demostrando que pueden ser dinámicos y que cuentan con capacidad de respuesta a las nuevas situaciones complejas. Es cierto que la tecnología no es sinónimo de enseñanza, todo lo contrario; pero la incorporación de la misma de forma obligatoria por la pandemia ha realizado grandes modificaciones pedagógicas en el aula. Si bien aún queda mucho por avanzar y mejorar hemos dados los pasos necesarios para una nueva época. 

Esta situación nos ilumina para delinear alternativas de síntesis y consenso en estos dilemas que nos atraviesan fuertemente en estos días. Ante la presencia de tesis y antítesis como la educación presencial o la salud, la escuela tradicional o la tecnoescuela, la educación como derecho humano o mercancía debemos proponer una superación desde el mismo seno de la educación, dar respuestas que reconcilien estos "dos lados del puente” sin la necesidad de tomar un partido absoluto por uno de ellos. La pandemia nos ha enseñado que este dilema y estas luchas por la incorporación de la tecnología a la educación (con muchos detractores y promotores) fue en vano y sólo una situación límite como el covid19 hizo que lográramos dar estos pasos de reconciliación entre dos partes de una misma verdad.

 

Por Jorge Ernesto Bernat
Licenciado en Filosofía