La resaca es un cuadro de malestar que aparece después de un consumo exagerado de alcohol. Sus principales síntomas son: debilidad, náuseas, dolor de cabeza y una sed intensa.
Enterate aquí por qué surgen.
Nuestro hígado es una especie de estación de tratamiento de la sangre. Uno de los papeles principales es transformar sustancias tóxicas que se ingieren en sustancias no tóxicas.
El alcohol es una sustancia altamente tóxica, que al llegar al hígado se transforma en ácido acético, que es una sustancia que no nos hace mal.
El problema es que nuestro hígado no puede hacer esta transformación directamente. Antes del alcohol convertirse en acético ácido, se convierte en acetaldehído, que para nuestra desgracia es aún más tóxico que el propio alcohol. Esta sustancia ha sido recientemente clasificada como un carcinógeno del grupo 1 para los seres humanos.
Como nuestro estómago puede absorber el alcohol a una velocidad mayor que la capacidad de procesamiento del hígado, el alcohol y el acetaldehído pueden circular en nuestro cuerpo durante horas hasta que finalmente se transformen en ácido acético.
Aquella sensación de malestar que surge al final de la borrachera es, en gran parte, un reflejo de la acción tóxica de acetaldehído en el cuerpo.
La amnesia del día siguiente también es el resultado de un cerebro que fue intoxicado.
Además, tanto el alcohol como el acetaldehído tienen acción sedante sobre el sistema nervioso.
Para empeorar la situación, mientras que el hígado intentaba desesperadamente inactivar todo el alcohol que bebiste, él dejó de realizar funciones importantes, como la liberación de glucosa en la sangre durante los momentos de ayuno.
La debilidad que sentimos al día siguiente también es el resultado de un cuerpo que pasó la noche intoxicado y luchando contra la hipoglucemia.
Pero los problemas no terminan ahí; entre los varios efectos adversos del alcohol en el cerebro, uno de los más importantes es la inhibición de la hormona ADH, que es responsable de la cantidad de agua que se elimina por los riñones.
Sin la ADH, los riñones no absorben el agua y la producción de orina es muy alta.
Con el tiempo, el individuo termina orinando una cantidad de líquido mucho más grande que la que se ingiere con las bebidas.
Este efecto diurético lleva a la deshidratación, que es responsable de los síntomas de boca seca, sed intensa, dolor de cabeza e irritación inmediatamente después de despertar.
En resumen, la resaca es causada, básicamente, por tres razones:
- Deshidratación
- hipoglucemia
- y efectos tóxicos del alcohol y del acetaldehído en el cerebro
¿CÓMO LA EVITAMOS?
La respuesta obvia recomendables es: «no beber». Pero.. No somos demasiado obedientes.
El riesgo de resaca es mayor cuando hay un consumo de al menos 4 copas de vino o 4 latas de cerveza (o el equivalente en alcohol de cualquier otra bebida) en el intervalo de 2 horas. Esta es una cantidad de alcohol consumida por encima de la capacidad de metabolización hepática, promoviendo gran liberación de acetaldehído hacia la corriente sanguínea.
Beber despacio y después de ingerir alimentos ricos en proteínas y carbohidratos disminuye la velocidad de absorción de alcohol por los intestinos, dando tiempo a que el hígado metabolice el alcohol que va siendo consumido. Lo ideal es comer antes de comenzar a beber.
Después de la embriaguez, el alcohol ya ha sido absorbido de todo, así que comer sólo aumentará el riesgo de vómito. Sin embargo, esto no impide que comas mientras bebes, pues eso ayuda a retardar la absorción del alcohol.
Beber mucha agua antes, durante y después de la fiesta tal vez sea la mejor sugerencia. Cada vez que vayas a orinar, se recomienda beber algo no alcohólico, sea agua, jugo o refrescos (con azúcar, de preferencia).
Fuente: Dr. Pedro Pinheiro – MD Saude