La Tregua ha marcado un hito en Uruguay. Es la primera vez que una famosa novela de uno de sus grandes referentes literarios, Mario Benedetti, es llevada al ballet. Detrás hay un equipo interdisciplinario local que adaptó desde cero la trunca historia de amor entre Martín Santomé y Laura Avellaneda, que Sergio Renán llevó al cine en 1974. Y quien la encarna es el Ballet Nacional del SODRE (BNS).

Proyecto del ex director del Ballet, Igor Yebra, fue encomendado a la coreógrafa Marina Sánchez para el centenario del nacimiento del escritor y se estrenó en pandemia. Ahora, con esta pieza, la compañía -ya bajo la dirección de María Riccetti- retoma sus giras internacionales y San Juan es uno de los destinos. El 24 y 25 de septiembre (ver aparte) llegará al Teatro del Bicentenario, en cogestión con Turismo y Cultura provincial; una visita que entusiasma a la coreógrafa, cabeza del equipo creativo que completan Gabriel Calderón en dramaturgia, Luciano Supervielle (Bajofondo) en música y Hugo Millán en vestuario y escenografía.

"Para mí es un honor, espero que les guste y colme todas las expectativas", dijo Sánchez a DIARIO DE CUYO sobre esta presentación que es especial para San Juan, por la obra en sí y porque incluye a dos bailarines sanjuaninos: Guillermo González, en el rol de Esteban; y Oscar Escudero, que también fue el asistente de Sánchez.

Sobre lo que significó este complejo y desafiante proceso, la coreógrafa dialogó con DIARIO DE CUYO. 

– ¿Qué sentiste cuando Yebra te llamó para encomendarte este proyecto?
– Fue impresionante, me quedé helada, porque amo a Benedetti y amo coreografiar historias. Lo primero que hice fue releer el libro, pero desde otro lugar, con detalles, viendo bien cómo iba a traducir eso a danza. Benedetti cuenta con mucho detalle, describe… entonces tuve que analizar bien qué queríamos contar, para que se entendiera.

– ¿Cuál fue tu tamiz?
– Cuando releí el libro me impactó ese comienzo, Martín y su rutina, ese peso en sus hombros que a su vez es su zona de confort. Entonces transformé a la rutina en un personaje, otro bailarín que está todo el tiempo encima suyo, que lo protege y la a vez le pesa. También reparé en lo terrible de su vida, un hombre que pierde a su esposa en su tercer parto, queda con sus tres hijos en una relación difícil, lleva una vida gris hasta que se enamora de Laura, que es "la tregua" de su vida, y cuando todo empieza a iluminarse, ella también muere… Imaginé ese destino como otro personaje, pero no podía visualizarlo bien, porque a veces era bueno, a veces malo… Y ahí lo maravilloso de trabajar con un equipo creativo, en este caso Gabriel, en la dramaturgia. "Podría ser el azar de la vida", me dijo. Aquí la rutina y el azar son tan protagonistas como Martín y Laura. Y otra cosa fundamental fue generar escenas para ir contando la historia. Son nueve, con momentos clave como lo que pasa Jaime con sus sexualidad, la pelea con su hermano Esteban, el recuerdo de Isabel, la esposa fallecida… Así se fue armando lo argumental.

– ¿Y cómo lo llevaste a danza?
– Lo más complejo fue encontrar qué estilo iba a usar. Me pareció fundamental el clásico en la parte de amor, pero no podía dejar de fusionar el tango, porque es lo nuestro. También tiene mucha danza contemporánea, en la oficina, la rutina y el azar. El trabajo de los bailarines fue maravilloso, porque son los que cuentan la historia; y el ida y vuelta con ellos fue fundamental en la creación de sus personajes; también con Oscar Escudero, que fue mi asistente, con quien probamos muchas cosas antes de plantearlas.

– Lo musical también tuvo un rol fundamental…
– Claro, porque sobre eso había que trabajar la coreografía. Toda la parte musical se armó con Luciano. Hay dos partes con música clásica, uno donde Martín y Laura se enamoran, que tenía que ser algo totalmente diferente y elegí unas cuerdas de Vivaldi. Y Beethoven donde necesitaba una profundidad particular; está dividido en tres momentos, es como el hilo conductor: la presentación de los protagonistas, el café de Martín y Laura que cambia su vida; y el final. Por otra parte, como Luciano domina muy bien la fusión de la música rioplatense, está el tango en la ciudad, fusionado con música urbana. Y para la oficina tenía la idea de la percusión, como máquinas de escribir o tipo fábrica, muy marcada, estructurada; y Luciano hizo sobre eso una música buenísima, combinada con candombe.

"Hacer La Tregua era un riesgo grande. Ahora uno lo cuenta con mucha alegría, pero hubo momentos de pánico" Marina Sánchez 

– Vestuario y escenografía redondearon tu idea.
– Sí, le planteé a Hugo Millán que tenía que ser muy ágil. Son muchas escenas, pero no quería que hubiera telón. Quería algo continuo, con elementos que son parte de la coreografía, movidos por los bailarines para generar distintos ambientes. En cuanto al vestuario, lo queríamos atemporal. Vestuario y puesta parecen por momentos antiguos, pero el diseño es moderno. Por ejemplo, hay capuchas que dan idea de que cada uno está en la suya; y cuando Martín y Laura se besan, cambia toda la puesta, es un momento de luz, de color, toda la ciudad se contagia… hasta que Laura enferma y vuelve todo como en el principio. Las luces de Sebastián Marrero fueron fantásticas también para crear ambientes. La verdad que el proceso fue increíble, La tregua es un gran trabajo en equipo, donde todos nos nutrimos entre todos. 

– ¿Es un sello para el BNS? La temática es universal, pero a la vez muy identitaria…
– Sí, creo que ha sido un proyecto tan desde cero, con todos uruguayos en el equipo creativo, una novela muy famosa de un gran autor uruguayo…Hacer La Tregua era un riesgo grande. Ahora uno lo cuenta con mucha alegría, pero hubo momentos de pánico (risas). En eso sí creo que este ballet marca un antes y un después.

– ¿Trascenderá como ballet de repertorio para esta y otras compañías? ¿Te lo imaginás como un Romeo y Julieta?
– Me encantaría, sería un sueño. Esperemos que surjan oportunidades nuevas.

– Tiene todos los elementos para que Martín y Laura pasen a la posteridad, también en ballet…
– Sí, porque si bien es muy rioplatense, no deja de ser una historia universal, sin tiempo. Por eso elegimos las cosas fundamentales, Martín con su rutina y su destino, el amor y la diferencia de edad, la familia, la sexualidad… son temas actuales. Sí, es un ballet que puede tener estabilidad y queremos que trascienda.

– ¿Cuán importante es haber leído el libro antes de verlo?
– Si no leyeron, la obra se entiende toda igual. Si lo leíste, no se te escapa ningún detalle, porque hay mucho del libro. En ese sentido es mejor haber leído el libro… o quizás el ballet te lleve al libro. 

– ¿Qué sentiste cuando estrenaron?
– Soy muy perfeccionista, estaba mirando cosas para mejorar (risas). Pero sí me pasó en el ensayo que largamos de corrido que no pude parar de llorar. Sentía tanto orgullo, emoción, también por los bailarines. Uno pone mucho de uno, amor, vida, tiempos, sentimientos… Y cuando vez que funciona, la emoción es doble… hasta el día de hoy. Por eso espero de corazón que ustedes también lo disfruten. 

 

 

>> EL DATO
La tregua. Ballet Nacional del SODRE. Sábado 24 y domingo 25 de septiembre, 21 hs, Teatro del Bicentenario. Entradas de $800, 1500, 2000 y 2200, en venta en boletería y por tuentrada.com