Gracias a un afloramiento de dióxido de carbono (CO2) de origen volcánico que se ha detectado en el municipio de Fuencaliente, en la isla canaria de La Palma, que acidifica el agua del mar, es decir, su pH, los científicos estudian el futuro de los océanos, ha explicado el biólogo marino José Carlos Hernández.
Este afloramiento es único en el mundo y está en la punta sur de esta isla perteneciente al archipiélago atlántico de las Canarias, donde se ha ubicado el Observatorio Marino de Cambio Climático para estudiar un afloramiento que posiblemente esté afectado por el complejo volcánico Cumbre Vieja, donde el pasado 19 de septiembre se inició una erupción volcánica cuya lava cayó 9 días después en la zona de Tazacorte.
Un observatorio que si bien se creó en 2019 no se constituyó con firma hasta 2020 debido a la pandemia de coronavirus, y que tiene su origen en 2012 cuando miembros del grupo de investigación en Ecología de Comunidades Marinas y Conservación de la Universidad de La Laguna descubrieron afloramientos someros de CO2 de origen volcánico, que acidifican de manera natural el agua de mar circundante.
Esos afloramientos provocan cambios químicos similares a los previstos por el Panel Intergubernamental para el Estudio del Cambio Climático (IPCC) a partir de 2050 para los océanos.
El coordinador del grupo de investigación, José Carlos Hernández, profesor de Biología Marina en la Universidad de La Laguna, ha comentado que en La Palma se puede mirar hacia el pasado desde el observatorio que el Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC) tiene en El Roque de los Muchachos, pero también hacia el futuro, como se hace en el Observatorio Marino de Cambio Climático.
Para ver ese futuro basta con colocarse unas gafas y un tubo y bucear en la Punta de Fuencaliente, donde ahora se estudia la acidificación del océano por el aumento de Dióxido de Carbono (CO2) que se producirá como consecuencia del cambio climático.
La previsión es que en torno al 26 por ciento de ese incremento de CO2 lo absorban los océanos, con lo que se acidificarán, de forma que el pH del agua descenderá del actual valor 8,1, de un máximo de 14, para llegar, según los más pesimistas, hasta 7,6, lo cual será "devastador" para muchos organismos.
José Carlos Hernández ha indicado que ese incremento de la acidez la sufrirán de manera especial los organismos calcáreos como los erizos de mar, las lapas o los pterópodos (pequeños caracoles marinos componentes importantes del zooplancton).
Se trata de organismos fundamentales en muchas cadenas tróficas marinas, y así hay pterópodos, que conforman casi el 60% del zooplancton de esas comunidades, por lo que si se pierden la estructura de esos sistemas se alteraría y se modificarían los recursos pesqueros.
También afecta la disminución del ph a animales mayores, que tienen componentes con estructura calcárea, como los otolitos, que son una parte del organismo esencial para el equilibrio de los peces, y si los juveniles de una especie no logran desarrollarlos de manera adecuada por falta de carbonatos no podrán orientarse para encontrar los hábitats de los adultos.