Feliz y tranquilo. Así salió del Penal de Chimbas el exconcejal español Carlos Fernández Gámez, quien consiguió la excarcelación luego de que fuera extraditado por la Justicia Federal para que sea juzgado en su país por malversación de caudales públicos. Su calma contrastó con la actitud de su esposa, quien maltrató al equipo periodístico que buscaba la imagen y la palabra del exedil (ver aparte). El hombre devenido en “coach” de empresarios y políticos en San Juan le brindó amablemente unos minutos a este medio y aseguró que “vi que me esperaba la prisión y decidí marcharme”. En ese marco, resaltó que en España “no estaban las garantías procesales” y que “me marché ante una indefensión”. Además, remarcó que es inocente y que todas las acusaciones en su contra fueron una movida política porque “la única posibilidad que había de sacarme de la política era a través de decisiones judiciales”.
El caso de Fernández Gámez sorprendió y tuvo alcance internacional, ya que está en la mira de la Justicia española por resonantes casos de corrupción, pero luego de que en septiembre fuera detenido en San Juan, sólo deberá responder por un solo delito. El exconcejal de Marbella logró salir de su país frente a las narices de las autoridades. En 2006 ingresó a Argentina y recaló en estas tierras, donde se casó y tuvo dos hijos, ambos menores de edad. No se mantuvo en la clandestinidad, ya que creó una empresa de coaching con la que asesoró a políticos, comerciantes y empresarios de la provincia.
Fernández Gámez negó que se haya escapado, pero a la vez reconoció que “lo mejor era salir, estar el tiempo que tenía que estar fuera y luego dar las explicaciones pertinentes”. Inclusive, rechazó que su partida fuera una estrategia para que las causas en su contra prescribieran (cinco de ellas, de hecho, se extinguieron por el paso del tiempo) porque “dejé afectos, amigos, un trabajo, todo”.
La defensa del español apelará ante la Corte Suprema la extradición.
El motivo que esgrimió para “marcharse” fue que “estuve presentándome, como me habían pedido, y el juez de una de las causas tenía en mente hacer un procesamiento de todas las personas y yo no quería. En ese sentido, no me dejaron exponer mi causa, mi situación”. Ante la consulta de por qué no se sometió a la Justicia para demostrar su inocencia y evitar todo el escándalo en San Juan, indicó que “no me dejaron “personarme” en las causas, no escuchaban los alegatos que queríamos exponer. Realmente quise hablar con el juez y fue imposible. Y ante esa situación, vi que me esperaba la prisión y decidí marcharme”. Es más, dijo que “en España, mi partido crecía y cada vez se hacía más fuerte”, por lo que atribuyó las acusaciones a una jugada política.
MALTRATO
La esposa de Fernández Gámez, la periodista Carla Coppari, le lanzó un manotazo y le agarró la cámara al fotógrafo de este medio cuando sacaba imágenes. El maltrato fue tal que un guardiacárcel tuvo que interponerse en el medio. Al periodista y al fotógrafo los trató de “cucarachas” y “negros de mier…” y deslizó una frase inquietante al señalar que “la vida da vueltas”. La mujer estaba tan alterada que tuvo que ser tranquilizada por el propio Fernández Gámez.