En este Siglo 21, en el que entre una escasa cantidad de minerales se destaca el cobre, se ha comenzado a generar un momento bisagra para la humanidad, y este desafío que no es menor, surge porque a causa del cambio climático nuestro mundo se ve obligado a transitar hacia su sustentabilidad, ante lo cual la minería verde y las energías renovables, serán los protagonistas de este nuevo paradigma que no solo nos marcará la forma en que habremos de movernos, sino que también, la forma en que tendremos que vivir.
Tal cual se afirma en todos los escenarios del mundo, la implementación de nuevas tecnologías y la planificación de las ciudades en función de los riesgos naturales y el cambio climático, obligan a repensar en forma urgente un desarrollo responsable, equilibrado y sustentable de nuestro Planeta.
En este contexto de retos y desafíos, sin la minería y sin el aporte de la inconmensurable riqueza minera cuprífera que poseen Chile, Perú y Argentina, no es posible avanzar en una lucha eficiente en contra del calentamiento global, simplemente porque es en nuestra región y no otra, donde se localizan las mayores reservas globales de este metal rojo.
"Objetivos de sustentabilidad no sólo deben conducir a empresas cupríferas a producir minerales, sino a contribuir con erradicar la pobreza”
En nuestra Sudamérica, se encuentran confinadas algo más del 50% de las reservas mundiales de cobre, donde Chile y Perú producen más del 45% del cobre que es demandado a escala mundial. El vertiginoso avance de las energías renovables no convencionales, la progresiva demanda asociada a las electromovilidades, el proceso de urbanización que impulsan las economías en desarrollo y la generación de las denominadas "ciudades inteligentes”, muestran que el cobre como parte insustituible de estos avances, cuenta con un promisorio futuro hacia adelante.
Esta afirmación que no es aventurera, surge porque el masivo advenimiento de los paneles solares, los aerogeneradores, los vehículos eléctricos, la electrificación y digitalización de las industrias y los hogares, la sustitución de los hidrocarburos por la electricidad, más, la necesidad de combatir los problemas generados por las altas emisiones contaminantes, posicionan al cobre como un elemento clave e irremplazable.
Las megatendencias que se abren camino a nivel mundial y que se relacionan con el cambio climático, las revoluciones tecnológicas y las demandas sociales, están reclamando al mundo minero, corporativo, financiero y empresarial, ir mucho más allá que el mero retorno a sus accionistas. Se les está señalando con mucha claridad, que esta realidad constituye desafíos y oportunidades, donde los objetivos de sustentabilidad no solo deben conducir a las empresas cupríferas a producir minerales, sino que deben contribuir a erradicar la pobreza y marginalidad, a sumarse a la revolución verde y a colaborar en la disminución de las emisiones de carbono, en una forma donde sus esquemas de compensación deben abrirse hacia la inclusión, la diversidad, el tema de género etc.
En relación a las electromovilidades, todo hace suponer que en el 2050 no existirán automóviles que utilicen como combustibles nafta o el gasoil, al menos, en el mundo desarrollado y en los países que se encaminan decididamente hacia su desarrollo. Tal es así, que la empresa Volkswagen ha confirmado oficialmente, que su próxima e inmediata generación de coches a combustión, será la última.
En este sentido, se estima que los modelos de vehículos eléctricos se triplicarán en el año 2021; que en el 2025 por cada vehículo a combustible se fabricarán más de 400 eléctricos.
Por Héctor Velázquez Álvarez
Ingeniero de minas. Mining Press.
