Hacia afuera, en su perfil laboral, llegó a ser considerado un hombre capaz, respetado. Al punto de que en Tierra del Fuego su carrera policial lo llevó a ocupar una de las máximas jerarquías en la Fuerza: con el rango de comisario general, fue subjefe entre 2001 y 2003. Su vida íntima, sin embargo, tuvo otros bemoles en este sujeto nacido en Chaco que, cuando se jubiló, se vino a vivir a San Juan: en esta provincia, comenzó a someter sexualmente a una niña desde los 8 años y de tanto ultrajarla llegó a corromperla. Sus maniobras terminaron cuando la chica tuvo 14 y, meses después, le contó a sus compañeras de secundaria lo que le había hecho este hombre que era su pariente político. Y esas niñas fueron claves para que se lo contara todo a su mamá. El 7 de agosto del año pasado, el comisario general retirado Ángel Darío Monzón (65) fue detenido y ahora decidió evitar un juicio común y realizar un proceso abreviado a través de su defensor Enzo Penizzotto, con la fiscal de Cámara Penal Marcela Torres. En ese acuerdo, ratificado ayer ante el juez de la Sala I de la Cámara Penal, Juan Carlos Caballero Vidal (h), Monzón admitió que cometió los delitos de abuso sexual simple reiterado, abuso sexual con acceso carnal reiterado y corrupción de menores agravada, dijeron fuentes judiciales. Por todas esas maniobras contra la integridad sexual de la menor, acepta 12 años de cárcel, precisaron.

 

Pariente cercano

Cuando la mamá de la niña conoció la verdad, le costó creerlo, pues ese pariente político, al que visitaban con alguna frecuencia en su cómoda casa de un barrio privado de Santa Lucía, siempre se había mostrado respetuoso y cariñoso con su hija. La niña, en cambio, había revelado que cuando se quedaban a solas la besaba, la manoseaba y que hasta llegó a lesionarla con sus dedos. Le hacía regalos para conseguir su silencio.

El 23 de julio del año pasado, la madre de la menor se animó a denunciar y en cuestión de días, el entonces juez de Instrucción Martín Heredia Zaldo ordenó meterlo preso. Las pruebas respaldaron esa decisión, pues la psicóloga que analizó el relato de la menor determinó que no mentía, por el detalle de las experiencias que describió, por el contexto no verbal que acompañó sus dichos (gestos, posturas). El informe del médico sobre la presencia de lesiones fue otra prueba contra el exjefe policial. Monzón nada dijo cuando le tocó defenderse con una declaración indagatoria.

 

El juez tiene la última palabra.