
El cajoncito en la esquina de Rivadavia y Tucumán no estará más. El hombre de bigote negro que le lustró los zapatos a medio San Juan será un personaje urbano que se recordará con una sonrisa. Su ‘oficina’ -como le llamaba a su lugar de trabajo- cerrará las puertas.
En las primeras horas de este miércoles falleció Juan Domingo Ahumada, el ya mítico lustrabotas de la Peatonal que era uno de esas personas que se había ganado el cariño de propios y extraños. El hombre, de 64 años, arrastraba problemas de salud que lo venían complicando.
Su historia era archiconocida, pero siempre recordarla alimenta a aquellos que ven duro el camino y quieren bajar los brazos.
Juan Domingo fue lustrabotas por oficio y obligación. Desde muy chico debió salir a la calle a ganarse el pan de cada día. Primero, con apenas 6 años, cuidaba autos en el cementerio de la Capital. Con el tiempo y, sin querer queriendo, se convirtió en el lustrabotas más famoso de San Juan. Cuando no estaba con su tarea de sacarle brillo al cuero envejecido, esperaba sentado en ese banco bajo y se ponía a leer el diario, para tener letra que charlar con sus clientes, que ya eran amigos, los conocía de toda la vida.
No sólo fue lustrabotas, también se ganaba "unos mangos" haciendo las veces de mozo, todo con el fin de llevar un poco más de dinero a su hogar y poder cumplir el sueño, que sus hijos estudien. Se sonreía e inflaba el pecho cuando decía que "Sarmiento era un poroto al lado suyo" porque rara vez faltaba a cumplir con la tarea de sacarle brillo a los zapatos en lo que era ya ‘su’ esquina.
Juan Domingo vivía en el departamento de Rawson y estaba casado con Elvira, y tenía tres hijos: Jésica, Verónica y Ezequiel. Su mayor orgullo fue que lleguen a ser profesionales, gracias a un incansable ir y venir del cepillo en los zapatos de muchos sanjuaninos con lo que pudo hacerse del dinero para darle forma al sueño de verlos estudiar.
Se fue un querible personaje sanjuanino y no van a ser pocos los que van a pasar por la esquina de Juan Domingo y notarán su ausencia.
