Se dice por ahí que la fe mueve montaña y también que se lleva a donde se vaya. Es la fe una herramienta con la que muchas personas construyen sus vidas. Gustavo Víctor Ortega y Cristian Sarmiento son dos sanjuaninos -vivían en la Villa Marini, en Santa Lucía- que allá por el 2005 emprendieron un viaje donde los sueños eran su único capital. El destino, España. Primero fue el pueblo Torre del Mar y luego se establecieron en Marbella.
Tras arrancar de muy abajo, haciendo albañilería y changas de todo tipo -“como la mayoría que viene acá, al principio labura de lo que puede”, confesó Gustavo-, le empezaron a dar forma a su propio emprendimiento en Marbella: un taller mecánico. Así las cosas, se encomendaron a la Difunta Correa y le hicieron una promesa; “si nos iba bien, íbamos a armarle una especie de gruta o santuario aquí”, dijo Gustavo.
Y la difuntita no les falló, el taller empezó a funcionar bien y era momento de cumplir con lo prometido. Eligieron como locación para montar la imagen de la Difunta el pueblo de Almería, distante a unos 250 km de Marbella, y zona de muchos sanjuaninos.
Hicieron las averiguaciones de rigor con el Ayuntamiento -“para hacerlo bien y por derecha”, reconoció- para colocarlo al costado de una ruta. Eso sí, les pidieron que sea algo bien hecho. “Armamos la casilla, conseguimos la imagen y armamos todo en el taller”, contó entusiasmado Gustavo, que junto a su cuñado Cristian le dieron forma al sueño.
Con todo listo, fueron a colocar la gruta y fue toda una actividad en familia. “Todo acá lo hacemos juntos, somos una gran familia y en esto también salió de los dos”, dijo Gustavo, que agregó “hay muchos sanjuaninos por acá que son devotos de la Difunta que le llevan agua o le encienden una vela”.