De más está decir que el autódromo El Zonda es uno de los más importantes del país, sin embargo ese rótulo no fue adquirido con el correr de los años, sino desde el día de su inauguración. Es decir, nació grande, porque desde su apertura en los primeros días de octubre de 1967 las principales figuras del automovilismo, tanto nacional como internacional, comenzaron a inundar de elogios al circuito enclavado en la Quebrada de Zonda.
Aquel 8 de octubre hubo temperaturas de alrededor de 40 grados en San Juan, que de ninguna manera opacaron lo que fue una verdadera fiesta tuerca: personalidades del calibre de Juan Manuel Fangio, Oscar Alfredo Gálvez, Oreste Berta, Froilán González, Arturo Krause, Raúl Riganti, entre otros (lamentablemente no pudo estar Oscar Cabalén, quien falleció el 25 de agosto anterior), sumado al triunfazo de Eduardo Copello en la fecha del Turismo Carretera, hicieron más espectacular la primera función oficial en el ocho zondino.
El entonces gobernador de facto, Edgardo Gómez, fue el encargado de izar la bandera argentina durante la ceremonia de inauguración, rodeado de las glorias del automovilismo nacional y también de dirigentes de peso. Además, el mandatario provincial fue el encargado de bajar la bandera a cuadros en la primera final, que determinó como ganador a Eduardo Copello.
Mientras se corrían las diferentes series y también la final, los elogios al flamante circuito eran moneda corriente en cada rincón, tanto por parte del público como de los especialistas. César Carman, presidente del Automóvil Club Argentino, dijo que “es sencillamente extraordinario. He conocido varios autódromos y puedo compararlo, por la belleza que lo rodea, con el de Nurburgring (Alemania)”.
En otra de las tantas charlas sobre la obra llevada adelante, el exfuncionario Hugo Montes Romaní, una pieza clave, sostuvo que “jamás pensé encabezar una obra de tal magnitud, encima varios sectores se opusieron al principio porque decían que era una diversión solo para unos pocos. Sin embargo, tuvo una gran aceptación a nivel local y nacional”.
Por su parte, el entonces titular de la Asociación Sanjuanina de Volantes, Luis Giménez Reig, manifestó que el circuito “cumple un verdadero contenido social porque posibilita la realización de espectáculos deportivos que evidentemente llenan una necesidad, como así también puede ser para albergar algún show artístico”.
Y, si hay una palabra autorizada, esa es la de Juan Manuel Fangio, quien en una charla distendida, se ilusionó con la llegada de la Fórmula 1 a la provincia. “Vos sabés lo que sería correr aquí”, le dijo el quíntuple campeón mundial a Horacio Rivarola, presidente de la Comisión Deportiva Automovilística.
A la hora de correr, fueron cuatro los sanjuaninos que salieron a la pista. Eduardo Copello, Julio “Ampakama” Devoto, López Gaido y Risatti, éste último por adopción. Dos de ellos fueron protagonistas. Copello porque cantó victoria y “Ampakama” porque, a pesar de los problemas mecánicos en su Ford y sabiendo que estaba en desventaja de velocidad y estabilidad, se las ingenió para girar de la mejor manera en su propia casa.
Después de las distintas pruebas, donde se empezó a “engomar” el trazado con el intenso calor, se vinieron las series. Copello ganó la primera con su Torino y la segunda fue para el Ford de Carmelo Galbato. Al mediodía tuvo lugar la gran final. Ante un calor insoportable que hizo retrasar el cronograma y generó un gran malestar en el público, el inolvidable Fangio dio la orden de largada.
Galbato tuvo una mala salida y Marincovich tomó la iniciativa, seguido de Copello. Cumplida la primera vuelta, el sanjuanino superó a Marincovich, mientras que en la horquilla se vieron los trompos. En el séptimo giro, “La Garrafa” de Marincovich regresó a la punta y en la recta Gradassi superó a Copello, dejándolo tercero, aunque luego volvió a ser escolta provisorio.
Según cuentan las crónicas de DIARIO DE CUYO de aquella época, en la mitad de la competencia se produjo el gran quiebre. Copello superó a Marincovich (su vehículo sufrió una baja de presión de aceite) tras intentar pasarlo en reiteradas oportunidades por el rulo y hasta de tocarlo con su trompa.
Al mismo tiempo de que los trompos de los autos generaban un gran espectáculo para los miles de espectadores, Gradassi le descontaba más de un segundo por vuelta a Copello, pero después se le reventó el neumático delantero izquierdo. Desde ese momento, la bandera a cuadros portada por el gobernador Gómez aguardó por Copello.
El sanjuanino recorrió los últimos metros ante la ovación de las miles de almas que le hicieron frente al calor y ganó una carrera espectacular que, además de posicionarlo como puntero y llevarlo a su primer título en el Turismo Carretera, lo inmortalizó e hizo inscribir posteriormente su nombre en un autódromo que es sin dudas una leyenda nacional.