Como todo cambio, cuesta. Nada se hace carne de un día para otro. El arranque del comercio en el corazón de la ciudad fue ordenado, pero sacó de las casillas a más de uno, y no es para menos. Es que luego de hacer cola para ingresar a la Peatonal, adentro se toparon con vallas que impedían moverse de una vereda a otra.

La policía, como estaba anunciado, controla el ingreso a la zona de la Peatonal de acuerdo a la terminación de documento por lo que deben tenerlo en la mano. Los más ansiosos se apostaron desde las 9:15 por los diferentes ingresos y con paciencia se colocaron en la fila a la espera de las 10, cuando se dio vía libre a la apertura.

El lío se le hizo a la gente cuando luego de hacer fila se enteró cómo funcionaba adentro el mecanismo. O sea, dependiendo el negocio al que quiere ir es el lugar por donde debe ingresar, siempre para moverse por la derecha: por ejemplo, si alguien quiere ir al MaxiBrant de Peatonal Rivadavia entre Tucumán y Rioja, debe ingresar por Avenida Ig. De la Roza y Tucumán, caminar por la derecha y llegar a ese negocio.

Pero si el mismo cliente quiere ir por ejemplo a Vallejo Calzados (cruce de peatonales), debe salir, hacer la fila por Rioja y Rivadavia y por allí acceder, circular por su mano derecha y llegar a ese local. Como era de esperar, la insólita medida alteró los ánimos de más de una persona.

Lo demás era lo que se suponía. Aquel negocio que tenga una afluencia importante de gente debe ordenar en la puerta, con una fila y demarcación de distanciamiento a sus clientes. A la entrada alcohol en gel, exigencia del barbijo y un cupo de gente en el interior para respetar el tan mentado distanciamiento social.