En respetuoso silencio, un grupo de jóvenes estudiantes de la sala 3 dedicada a los violinistas -a cargo de Mimi Zweig- saca sus respectivos instrumentos de los estuches. La profesora, quien es la directora de la Indiana University y cuya trayectoria en la enseñanza de cuerdas es conocida en el circuito académico mundial, les da cordialmente la bienvenida con un "hola" y los chicos acomodan las partituras, dispuestos a ensayar el "Concierto para 4 violines" de Georg Philipp Telemann. Pero antes de empezar, Mimi se pone con cada uno a hacer las afinaciones de los instrumentos, dándoles las indicaciones precisas con delicadeza y de manera amigable. Cuando todos estuvieron listos, las cuerdas empezaron a vibrar. Tal escena, fue una de las tantas postales en el Teatro del Bicentenario, donde -con otros maestros y diferentes instrumentos- se dictan las clases magistrales del Festival de Indiana. Desde que comenzó -el lunes de esta semana y termina el 7 de junio- unos 200 estudiantes de San Juan, Salta, La Rioja y San Luis viven un proceso intensivo de aprendizaje con doce maestros de la Escuela Jacobs de la Universidad de Indiana, una prestigiosa institución de enseñanza musical, que contiene a los Indiana Virtuosi, uno de los conjuntos de excelencia, que San Juan ha tenido la oportunidad de apreciar en varias ocasiones pasadas y que el próximo 8 de junio regresará para dar un nuevo recital en el TDB. Este encuentro de formación, surge por un convenio institucional entre el TDB, el Ministerio de Turismo y Cultura, la Universidad de Indiana, financiada con sponsors locales, el presupuesto del teatro y un subsidio de la Embajada de los Estados Unidos en Argentina. Por la mañana hay una hora por cada estudiante para la preparación de forma personalizada e individual, en el manejo técnico del instrumento (de cuerdas, de vientos de metal y de madera, piano, música de cámara, guitarra y bajo eléctrico). Después de un receso de mediodía, por la tarde, continúan las clases grupales.
En la sala destinada para instrumentos de viento, el profesor Howard Klug brinda consejos a los flautistas y clarinetistas sobre la postura del cuerpo, la manera de soplar y la respiración diafragmática, aspectos clave para darle brillo y proyección sonora a la interpretación. Algo similar se da en la clase de Edmund Cord, en el que una ronda numerosa de participantes va descubriendo los secretos de ejecutar con efectividad la trompeta y no cometer usuales errores que puedan dejar una mala experiencia para el músico. Mientras que en la sala auditorio, el violista Atar Arad aconseja a los alumnos sobre cómo sincronizar el cuerpo con el instrumento, confluyendo la lógica y la emoción. Esto es, trabajar la combinación de los dos lados de la mente. "Cuando practicamos usamos el lado del cerebro racional y calculador, pero al momento de pararse y tocar al público, usamos el lado artístico, el lado de la imaginación y los sentimientos. Eso debemos tenerlo en cuenta", decía el profesor que era asistido por un traductor.
Algunas ocasiones puntuales la frontera idiomática estaba presente, para compensar, los estudiantes contaban con la ayuda de traductores, pero en el fondo, captaban intuitivamente el mensaje sin necesidad de dominar el inglés; puesto que, el lenguaje en común era el musical y el clima en las prácticas se volvía muy ameno. No obstante, la música clásica es la única asignatura, también el rock y el jazz son parte de la propuesta. En este campo estaba Corey Christiansen, artista y educador con enorme experiencia en el circuito internacional, donde ha tocado con importantes figuras de la música contemporánea; y cultor de este estilo en varios proyectos de enseñanza. La sala de marcación fue el lugar donde el gran ensamble de bajistas y guitarristas, hasta con teclado y batería incluidos, formaron una estupenda banda que ejecutaba las notas de "Funky Miracle" (del mítico grupo The Meters de los años ’70). La energía que emanaban juntos (docentes y alumnos) resultaba contagiosa por el ritmo que imprimían. Este ambiente que predominaba en las aulas acústicas, era captado por la profesora en violín Brenda Brenner. Para ella, la experiencia de un intercambio especial en esta instancia de aprendizaje era fundamental: "Ellos (los estudiantes) se sienten retroalimentados, viven una experiencia enriquecedora tanto profesor como alumno. Las cosas que vivimos aquí en Argentina son muy especiales".
>> PROTAGONISTAS
- Omar Flores (23)
"Hace cinco años que estudio en la Escuela de Música, toco guitarra y me motivó venir a estas clases porque aprenderé un género nuevo para mí. Encontrar gente que nos enseñe el jazz y el rock, es un acierto. Son excelentes y me ayudan mucho a entender la armonía, la composición, la improvisación".
- Nicolás Klement (19)
"Me encanta, el profesor tiene una visión diferente de todas las cosas y eso está bueno porque me saca de mi lugar de confort. Entiendo inglés y eso me facilita mucho las cosas. Me gustará explorar más el jazz y de esta manera me ayudará mucho".
- Agustín Morell (23)
"Empecé este año a estudiar en la Escuela de Música. Soy bajista y me parece muy buena esta clase, sirve y es entendible y además, didáctica, a pesar que hablemos otro idioma entiendo todo lo que nos dicen. A veces cuesta encontrar profesores importantes como ellos, son grosos".