El papa Francisco criticó a quienes calumnian para “manipular la realidad” y silenciar así “las voces disonantes” y animó a los jóvenes a no estar callados, en la misa de Domingo de Ramos, con la que inicia la Semana Santa.
El pontífice rememoró la entrada de Jesús de Nazaret en Jerusalén y explicó que la algarabía y la acogida de sus seguidores despertó el “enojo e irritación” de algunos que, con su “relato” dominante, hicieron que la gente acabara por pedir la ejecución de Cristo.
“Así nace el grito del que no le tiembla la voz para gritar: ‘¡Crucifícalo!’. No es un grito espontáneo, sino el grito armado, producido, que se forma con el desprestigio, la calumnia, cuando se levanta falso testimonio”, afirmó ante la plaza de San Pedro.
Estas acusaciones provienen “de quien manipula la realidad y crea un relato a su conveniencia y no tiene problema en ‘manchar’ a otros para acomodarse, el grito del que no tiene problema en buscar los medios para hacerse más fuerte y silenciar las voces disonantes”.
De este modo, subrayó el pontífice, se acaba “derribando la esperanza, matando los sueños, suprimiendo la alegría; así se termina blindando el corazón, enfriando la caridad”.
Francisco puntualizó que la fabricación de este relato es actual y se dirigió a los jóvenes, en esta XXXIII Jornada Mundial diocesana de la Juventud, para recordarles que la alegría que Jesús despierta en ellos “es motivo de enojo e irritación en algunos”.
“Un joven alegre es difícil de manipular”, afirmó, provocando el aplauso de algunos de los asistentes en la plaza.
El papa explicó que “hay muchas formas de tranquilizarlos para que no se involucren y sus sueños pierdan vuelo y se vuelvan ensoñaciones rastreras, pequeñas, tristes”, pero se dirigió a ellos para afirmar: “está en ustedes la decisión de gritar”.
“Está en ustedes no quedarse callados. Si los demás callan, si nosotros los mayores y los dirigentes callamos, si el mundo calla y pierde alegría, les pregunto: ¿Ustedes gritarán? Por favor, decídanse antes de que griten las piedras”, instó.
La homilía de Francisco se produjo después de la procesión en la Plaza de San Pedro en la que, como es tradición, bendijo las palmas y ramas de olivo con las que los fieles participaron en este rito, con el que da inicio la Semana Santa.
El miércoles, el papa Francisco aceptó la renuncia de Darío Vigano, prefecto de la Secretaría de Comunicaciones, luego de un escándalo surgido por la difusión incompleta de una carta de Benedicto XVI, cuya censura parcial habría modificado el sentido del mensaje del papa emérito.
El mensaje transmitía que Benedicto XVI realizó una clara defensa sobre el papado de su sucesor. Sin embargo, la foto difundida censuró la parte en la que mencionaba que no había podido leer la obra publicada.